Corticoides y enfermedades respiratorias

por | 30 junio, 2024

Las bronquitis denominadas obstructivas son aquellas que producen una reducción del calibre bronquial por distintos orígenes y mecanismos, manifestándose según su intensidad o duración desde tos nocturna o diaria hasta signos evidentes de dificultad respiratoria.

Los silbidos o sibilancias, audibles algunas veces por los padres en forma espontánea o por el médico a través de la auscultación, suelen ser la consecuencia de la turbulencia del aire al transcurrir por bronquios y bronquiolos con calibres disminuidos.

Varias patologías respiratorias pueden producir obstrucción bronquial y manifestarse por los signos y síntomas anteriormente comentados. La bronquiolitis en los lactantes y la bronquitis de origen viral o bacteriana pueden manifestar sibilancias y/o dificultad respiratoria de variada intensidad. El asma es una enfermedad frecuente y crónica que se manifiesta también con los mismos signos y síntomas.

La obstrucción bronquial puede producirse tanto por la inflamación del árbol respiratorio como por la intervención del músculo liso que rodea a los bronquios. Según el origen de la enfermedad y su evolución un componente tendrá diferente importancia sobre el otro. En el caso del bronquiolitis, el mecanismo inflamatorio es el preponderante, obstruyendo los pequeños bronquiolos por edema y detritus celulares, sin existir intervención muscular en su origen. El asma, en cambio, posee la intervención de los dos componentes que, en forma sinérgica, actúan con distinta intensidad según el período de la enfermedad.

Sin ahondar en este artículo acerca de los orígenes del asma, su tratamiento, especialmente durante los episodios agudos de dificultad respiratoria, se orienta en principio a disminuir el espasmo muscular, dilatando los bronquios y facilitando de este modo el paso del aire. A ello están dirigidas las terapias con broncodilatadores como el salbutamol, especialmente durante las crisis asmáticas.

La intervención de la inflamación es un componente importante durante estas patologías. La denominada hiperreactividad bronquial es el origen del estado inflamatorio y serviría como gatillo para el inicio de los síntomas.

Los antiinflamatorios más potentes son los corticoides, siendo utilizados generalmente por vía parenteral durante las crisis respiratorias junto a los broncodilatadores por vía aérea.

La utilización de corticoides durante períodos prolongados debe ser limitada dados los efectos adversos que puede producir, especialmente en niños. Entre ellos, la reducción en la velocidad de crecimiento.

Sin embargo, controlar la inflamación constituye un pilar en la reducción de los episodios agudos y el control de la enfermedad. En este sentido, la aparición de los corticoides inhalados se han constituido en un hito en el tratamiento y seguimiento de la enfermedad obstructiva bronquial, en especial actuando sobre la hiperreactividad, siendo por lo tanto eficaces en la prevención de los ataques.

Los corticoides inhalatorios a los que hacemos referencia son la Fluticasona y el Budesonide.

La experiencia indica que son tan eficaces como los administrados por vía oral o parenteral, pero sin los efectos adversos de los primeros, dado que tienen rápida absorción y metabolismo, acción específica bronquial y escasa acción en el resto del organismo. El efecto antiinflamatorio lo logran reduciendo la hiperreactividad, el edema y las secreciones bronquiales.

Estas cualidades los llevan a ser ideales para el tratamiento y la prevención de pacientes con asma, rinitis o laringitis alérgicas, siempre y cuando sean el resultado de un seguimiento profesional.

La utilización de aerocámaras para la administración de estas drogas permiten una mejor distribución de las mismas a la par que reducen la posibilidad de aftas por micosis en la cavidad oral.

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