Dengue otra vez

por | 29 enero, 2024

Nos disponemos a cursar los meses en los que los casos de dengue se incrementan, llegando a su pico generalmente durante los fines del verano y comienzos del otoño.

Como hemos explicado en artículos anteriores esta enfermedad está causada por 4 virus estrechamente relacionados, los denominados DEN1, DEN2, DEN3 Y DEN4, transmitidos por la picadura del mosquito Aedes Aegipty. Las personas que enferman por alguno de ellos sólo quedan inmunes por el serotipo involucrado, pero no para los otros 3, que pudiendo producir nuevamente la enfermedad, generalmente en forma más agresiva.

El Dengue se ha convertido en la enfermedad viral transmitida por mosquitos más común a nivel mundial con un total de 390 millones de infecciones y 96 millones de casos sintomáticos anualmente. Su incidencia casi se ha duplicado en las últimas 3 décadas y se espera que siga creciendo en Aisa, África y América Latina. Precisamente, en esta última región se reportaron en 2019 más de 3 millones de casos de dengue, la cifra más alta jamás registrada, con una mayor proporción de casos graves y un aumento de la mortalidad en niños de 5 a 9 años. Además, el dengue es cada vez más frecuenten en el origen de fiebre en viajeros internacionales, convirtiéndose muchas veces en los introductores no sólo de la enfermedad sino de la variabilidad de los serotipos.

El crecimiento del Dengue a nivel global se explica especialmente por factores ambientales propicios como el agua estancada donde los mosquitos ponen huevos y factores climáticos, como las temperaturas elevadas, las precipitaciones y la humedad. A ellos se suman factores socioeconómicos como la urbanización, el aumento de la densidad de población, las migraciones humanas y los factores de crecimiento social y ambiental asociados con la pobreza y el desplazamiento forzado de muchas comunidades en el mundo. Se predice también que el cambio climático seguirá aumentando la incidencia del dengue por la expansión del rango geográfico de los mosquitos.

En síntesis, los efectos ambientales combinados con la pobreza y la mayor escala y rapidez del movimiento humano son los que han incrementado la frecuencia de dengue a nivel global.

Aunque la mayoría de las infecciones por Dengue pueden ser leves o incluso asintomáticas, las mismas también pueden producir enfermedad grave en menores de un año, mayores de 60 o en personas que se vuelven a contagiar probablemente por un serotipo distinto al primero.

La gravedad de la enfermedad se relaciona con la extravasación o salida del plasma de los capilares sanguíneos al resto de los tejidos, acumulándose líquido en ellos, pudiendo llevar al shock o deterioro grave de los órganos involucrados, todo ello originado por la acción del mismo virus.

Se cree que casi el 75% de las personas no experimentan síntomas de la enfermedad. Cuando los mismos aparecen son característicos la fiebre, las náuseas, los vómitos, las erupciones en la piel, los dolores articulares, musculares y cefaleas.

Sin embargo, hay signos y síntomas importantes para poder predecir una evolución grave de la enfermedad, secundaria generalmente al fenómeno de extravasación anteriormente comentada, no todos necesariamente manifestados durante los primeros días del cuadro.

Las señales de advertencia del dengue incluyen dolor de abdomen, vómitos persistentes, acumulación de líquido en distintas partes del cuerpo, (edemas), sangrado de mucosas, letargo o inquietud y agrandamiento del hígado.

El fenómeno de la extravasación del plasma provocaría un incremento en la concentración de los glóbulos rojos en la sangre elevándose el hematocrito y, además, una disminución significativa de las plaquetas, células sanguíneas que intervienen en la coagulación, provocando las hemorragias.

El reconocimiento rápido de los signos recién comentados junto al tratamiento precoz en centros hospitalarios reduce en gran medida los casos de shock y muerte, especialmente en personas con un nuevo contagio, niños menores de un año, mayores de 60, inmunosuprimidos o con enfermedades crónicas.

Aunque se han explorado varios medicamentos como terapéuticas potenciales para el dengue, ninguno demostró ser eficaz contra el virus, los síntomas y sus complicaciones.

Como tal, el tratamiento del dengue se centra en los cuidados de sostén y la detección precoz de los signos y síntomas que pueden anunciar la gravedad en la evolución. Estos últimos casos requieren internación y reposición por vía endovenosa de los líquidos que la persona va perdiendo por la extravasación ya explicada.

En los casos leves o sin signos de alarma, la fiebre y los dolores pueden ser controlados con Paracetamol, evitando la aspirina y otros antinflamatorios por la posibilidad de hemorragias.

La prevención del dengue implica protección contra las picaduras de mosquitos y eliminar el medio en el cual los mismos se reproducen. El agua en reposo por pequeña que sea puede ser el origen de un brote en el hogar.

La vacuna, recientemente aparecida en nuestro medio, parece ser eficaz contra el dengue grave provocado por las reinfecciones.

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