Hormonas perturbadas

por | 24 febrero, 2025

Las hormonas poseen importantes funciones en todo organismo. Son las moléculas encargadas de la señalización y comunicación entre células y órganos. Son esenciales para el correcto funcionamiento de numerosas funciones corporales.

Los denominados diruptores endócrinos son sustancias químicas con la capacidad no sólo de imitar la acción de las hormonas naturales sino también de bloquear los receptores hormonales de las células distribuidas en todo el organismo. Todo ello produce una alteración en el funcionamiento endócrino con consecuencias a plazos variables.

Se han detectado más de un millar de sustancias químicas con la capacidad de alterar el funcionamiento de las hormonas. A muchos de ellos estamos expuestos a diario, generalmente en dosis bajas.

Pueden ingresar a nuestro cuerpo de varias formas. A través del contacto con la piel, por medio de los alimentos que consumimos, con el aire que respiramos, por medio de la leche materna y también a través de la placenta llegando consecuentemente al feto.

Algunos disruptores son llamados “persistentes” dada la cualidad de poder permanecer en el organismo por muchos años. Otros en cambio son “no persistentes”, circulando en el cuerpo durante unas pocas horas o días, siempre y cuando no se reitere el contacto con el mismo disruptor.

Como dijimos, estas sustancias químicas son capaces de interferir en el correcto funcionamiento de las hormonas, pero también pueden afectar en forma secundaria otras funciones corporales. Así la salud respiratoria, cardiovascular, metabólica y reproductiva entre otras pueden verse comprometidas desde la etapa prenatal hasta la edad adulta.

Todavía se desconoce la totalidad de los efectos que ejercen la mayor parte de estos compuestos. Han sido asociados al aumento de ciertos tipos de cáncer, obesidad, infertilidad, diabetes, asma y problemas del desarrollo del conocimiento.

Las poblaciones más expuestas a sus efectos son los fetos y los bebés debido a que se encuentran en etapas cruciales del crecimiento y desarrollo, perturbando el funcionamiento del organismo a largo plazo.

Entre los disruptores endócrinos más conocidos se encuentran:

  • Retardantes de llama: Son sustancias agregadas en la fabricación de muebles, plásticos, textiles o equipos electrónicos para hacerlos menos inflamables. Pueden migrar al ambiente y acumularse en el polvo y en el aire de los ambientes.
  • Fenoles: Entre ellos el Bisfenol A, utilizado ampliamente en el revestimiento de latas metálicas de comida y bebidas, botellas y “tuppers” de plástico. También están los Parabenos en infinidad de productos cosméticos, el Triclosán, utilizado en pastas dentales y desodorantes y finalmente las Benzofenonas, utilizadas cono filtros de rayos UV en la mayoría de las cremas solares y en maquillaje.
  • Ftalatos: Utilizados en cosmética, perfumes, pinturas y en la fabricación de envases de plástico. Al calentarlos con comida se promueve la migración de los ftalatos a los alimentos. Hay evidencia que comer comida en forma frecuente en estos recipientes incrementa los niveles de ftalatos en el cuerpo.

En la actualidad no hay un consenso a nivel mundial para la regulación de los disruptores endócrinos como los recién comentados. Se los considera como potencialmente peligrosos para la salud, sin embargo, no se han elaborado aún protocolos para controlar su inclusión en la elaboración de los distintos tipos de productos.

A nivel personal, como consumidores se sugiere mantener un estilo de vida saludable que incluye reducir la exposición a estas sustancias.

  • Evitar calentar la comida en fiambreras de plástico, sustituyéndolas por otras de vidrio o cerámica.
  • Ventilar y limpiar bien los interiores del polvo.
  • Utilizar sartenes y ollas de cerámica, hierro fundido o acero inoxidable que no contengan revestimiento antiadherente.
  • Usar botellas de acero inoxidable o de vidrio.
  • Evitar los cosméticos que contienen estos químicos (optar por los libres de parabenos, benzofenonas, triclosán y ftalatos).
  • Reducir la ingesta de comida procesada y enlatada.
  • Limitar el consumo de productos de origen animal.
  • Comprar fruta y verdura ecológica y de proximidad, y lavarla muy bien.