Los adolescentes y las pantallas digitales

por | 23 abril, 2025

Las tecnologías de la información y comunicación conviven en forma cada vez más estrecha con la sociedad. Dentro de ella, los adolescentes son los que habitualmente consumen más horas frente a pantallas de dispositivos digitales.

Las redes sociales han transformado la forma de relación de las personas y es en especial en este grupo etario donde su uso algunas veces se escapa de control, pasando a convertirse en una verdadera adicción.

Es indudable que este medio de comunicación posee importantes beneficios habiéndose puesto de manifiesto especialmente durante la pandemia. La posibilidad de mantenerse en contacto con amigos o acceder a la información de manera casi inmediata constituyen valores reconocidos.

Del mismo modo, la interacción con los medios digitales favorece, en la mayoría de los casos, el desarrollo de funciones intelectuales, especialmente en enfermedades discapacitantes o que obligan al aislamiento físico.

A medida que estas tecnologías avanzan, también se van alzando más voces en relación a las consecuencias negativas de la exposición prolongada a estos entornos digitales, especialmente relacionado con la pérdida de interacción social en persona, menor actividad física, menor tiempo y calidad del sueño.

La relación del sedentarismo con el excesivo uso de pantallas ha sido objeto de varios artículos científicos. La obesidad, que se venía incrementando por el boom de la televisión durante el siglo anterior, posee en estos tiempos un fuerte vínculo con estas nuevas tecnologías.

Una de las consultas frecuentes es acerca del tiempo que destina el adolescente frente a una pantalla. La reducción en las horas de sueño y paradójicamente la somnolencia durante el día suelen ser las consecuencias más evidentes que influyen generalmente en forma negativa en el rendimiento escolar.

Por otra parte, el ciberacoso es otro de los peligros que el uso de redes sociales conlleva incrementándose en relación a la frecuencia y modo de exposición.

El uso excesivo de estas plataformas ha sido vinculado también a mayores niveles de depresión, ansiedad y soledad en los adolescentes.

Todos estos inconvenientes aquí enumerados han llevado a tener que regular el uso de las redes sociales tanto en el hogar como en el colegio. En muchos de ellos esta costumbre se convierte en una real adicción que interfiere tanto física como psicológicamente.

Lo comentado hasta aquí ha llevado a considerar tratamientos contra este nuevo flagelo, no totalmente consensuados, a fin de mitigar sus efectos nocivos.

La denominada “desintoxicación digital” se entiende como la reducción intencional o la abstinencia temporal del uso de medios digitales, particularmente de luso de celulares inteligentes y presencia de redes sociales. Ha surgido como una posible solución para mitigar los impactos negativos del abuso de tecnología en el bienestar, especialmente de los adolescentes. Ellos son los particularmente afectados y vulnerables a los riesgos de la comparación social, el ciberacoso y la ansiedad que genera al perderse algo que suceda en las redes.

Sin embargo, no existe una normativa científica que indique cómo realizar la llamada “desintoxicación”, salvo la reducción en su uso o su abstinencia. Tampoco se desconocen si existen pruebas para medir su efectividad. Hay casos reportados por algunas familias en los que se reportan mejoras en el bienestar general del adolescente, como una leve reducción de la ansiedad. Pero estas mejoras, en la mayoría de los casos, suelen ser temporales y desaparecen tan pronto los jóvenes retoman el uso de las redes.

Por otra parte, muchos adolescentes a los que se les aconsejó abstinencia digital refirieron sentir aún mayor stress al desconectarse al sentirse excluidos de las interacciones sociales en línea junto al temor de quedar fuera del grupo, demostrando de esa forma la omnipresencia de las redes y lo difícil que resulta tanto desconectarse como reconectarse.

Evidentemente estos inconvenientes no hacen más que confirmar que estos métodos constituyen “parches” provisorios para esta particular adicción, debiéndose abordar también problemas de fondo que hayan facilitado su presentación.

Por todo ello, las intervenciones tendientes a una “desintoxicación digital” deben ser siempre abordadas con cautela, promoviendo una reducción moderada del uso de las redes, en lugar de una abstinencia total.

Algunos tips a tener en cuenta:

  • Reducción gradual del tiempo de pantalla: Como se dijo anteriormente una reducción drástica suele causar más ansiedad. Si la misma es progresiva suele ofrecer un pequeño alivio temporal, siempre acompañada de un acompañamiento acorde, dado que los adolescentes tienden a volver rápidamente a sus hábitos anteriores.
  • La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda limitar el tiempo frente a pantallas a actividades educativas, recreativas y de entretenimiento de calidad, supervisadas por adultos.
  • Es importante que los adolescentes reciban orientación sobre el uso responsable de las redes sociales, la privacidad, el manejo de datos personales y los riesgos como el ciberacoso y la exposición a contenidos inapropiados.
  • Programas de acompañamiento psicológico: Para aquellos adolescentes que demuestran una dependencia significativa de las redes.
  • Estimular la práctica de deportes o vida al aire libre.
  • Prohibir el uso de pantallas mientas se come.

Concluyendo, la “desintoxicación digital” se presenta como una posible solución al creciente uso de pantallas. No es para nada una herramienta que permita resolver el problema, sino que necesita de medidas de fondo que involucran generalmente a las costumbres y hábitos de las familias.

Las intervenciones hasta aquí comentadas requerirán de futuras experiencias e investigaciones para determinar su utilidad y efectividad.

Fuente:  Lamas F, Saban M. “Desintoxicación digital: una necesidad urgente para el bienestar de los adolescentes”. Archivos Argentinos de Pediatría. 2025