El azúcar y nosotros

por | 26 mayo, 2021

El azúcar nos persigue

azucar1EL CONSUMO INDISCRIMINADO DE ALIMENTOS DULCES

JUNIO 2021

 En la actualidad se consume más azúcar que nunca antes en la historia de la humanidad. Impulsada por la industria alimentaria, la publicidad y la falsa idea de aportar energía al organismo la ingesta indiscriminada de alimentos dulces no detiene su incremento.

Se encuentra azúcar en todos lados, constituyendo parte de la mayoría de los productos ultra procesados. Si bien se ofrecen una diversidad de productos alimenticios, la gran mayoría está compuesta por los mismos ingredientes básicos: harina refinada, azúcar y aceites vegetales como el de maíz y aditivos.

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El azúcar se encuentra en la naturaleza en la fruta, vegetales y la leche, siempre combinados con fibra, grasa y agua lo que reduce su velocidad de absorción y metabolización. A diferencia de ello, la industria alimentaria adiciona el azúcar sin aportar ningún valor nutricional. Aquí se incluyen desde ya todos los productos dulces reconocidos como jugos y refrescos, pero también todos los alimentos ultra procesados y envasados no necesariamente dulces.

La realidad es que el organismo no requiere el aporte de azúcar agregada a ninguna comida. El necesario es producido por nuestro hígado a partir de otros alimentos mediante un proceso denominado gluconeogénesis. Por otro lado, el consumo de alimentos con azúcar reduce el de otros más saludables por sustitución. La OMS recomienda, tanto para adultos como para niños, que el consumo de azúcares libres se reduzca a menos del 10% de la ingesta calórica total. Y aclara que una reducción por debajo del 5% produciría beneficios adicionales para la salud.

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El consumo de alimentos dulces estimula la secreción de insulina, hormona indispensable para la metabolización del azúcar. El exceso de la misma a lo largo del tiempo produce obesidad ya que entre sus funciones almacena energía en forma de grasa. De esta forma se promueve la pérdida de sensibilidad de los tejidos a su acción (resistencia a la insulina), el daño a las células del páncreas donde se produce y la aparición como consecuencia de diabetes, la denominada tipo 2.

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Así como son bastante claros los efectos del azúcar en favor de la obesidad hay también motivos igual de importantes para desaconsejar su consumo desde los primeros años de vida. Existen consecuencias sobre la salud que son independientes de su contenido energético y que actúan alterando el metabolismo. Industrialmente el azúcar es añadido a los alimentos en forma de jarabe de maíz, rico en fructosa, un elemento que sólo puede metabolizarse en el hígado antes de ofrecerse a los tejidos. Este proceso promueve la aparición del llamado “hígado graso”, lo que a la fecha está constituyendo una verdadera epidemia entre niños y adultos. Los más pequeños son las principales víctimas de tal fenómeno, siendo inicialmente la causa más importante de caries y pérdida de piezas dentales.

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Pero hay una consecuencia más importante y quizás menos conocida del efecto de los azúcares en el organismo que no es desconocido por la industria alimentaria afín de incrementar las ventas. Las bebidas dulces perturban el sistema por el cual toda persona puede sentir hambre o saciedad. Así, normalmente, el gusto, el olor y el sabor operan como una fuente de señales que indican la necesidad de comer, la ingesta del alimento y la suspensión del acto de comer habiéndose saciado el apetito. Todo este circuito regulado por una serie de hormonas y neurotransmisores es interferida por la ingesta excesiva de azúcares, estimulando el consumo con independencia de las necesidades del organismo. El equilibrio es desarticulado industrialmente para disparar el consumo, eliminando el control cerebral que produce saciedad, haciendo que se coma en todo momento y lugar sin que exista necesidad para hacerlo. De este modo, muchos productos ultra procesados son diseñados deliberadamente con el propósito de impedir la saciedad apelando al agregado de azúcares añadidos o sustitutos.

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La industria apela a la producción de alimentos con estímulos más intensos que los generados por los de origen natural, educando el gusto hacia ellos y por lo tanto provocando respuestas metabólicas desmesuradas como las ya comentadas. Si los niños se acostumbran a un sabor dulce intenso, más tarde resultará imposible que acepten otros sabores tal como existen en la naturaleza.

Estos alimentos industrializados producen una especie de “secuestro” de los centros del cerebro encargados de producir la saciedad, impulsando de ese modo el consumo. Muchos investigadores ven en este fenómeno semejanzas con otros comportamientos adictivos.

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La solución no se encuentra en reemplazar los azúcares con los llamados edulcorantes que, por otra parte, agregan nuevos productos industrializados al organismo. Desde pequeños los niños no deben consumir alimentos con agregado de azúcar, privilegiando los naturales sobre los manufacturados, estimulando las sensaciones de hambre y saciedad con las que todos nacemos. Los adultos deberían aprovechar dichos consejos procurando una alimentación mucho más saludable.

Fuente: Flichtentrei D.” Perseguidos por el azúcar”. Cátedra de Pensamiento Libre. 2021

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