Los bebés y el contacto con la playa
LA INGESTIÓN DE ARENA
Enero 2018
Suele suceder que el primer contacto de los niños pequeños con la playa no sea lo tan satisfactorio que uno imagina previamente. Más allá de la protección solar y de los cuidados que los padres le prodigan durante las vacaciones, los bebés que comienzan a caminar o ya deambulan tienen distintas reacciones frente a los nuevos estímulos en superficies poco conocidas.
La arena constituye un importante desafío que involucra también a los padres, más aún en los que no tienen experiencia en areneros de parques o jardines. Algunos inicialmente se resisten a caminar sobre ella, incluso si recientemente iniciaron la deambulación, dado que a pesar de brindarles sujeción o apoyo evitan apoyar los pies. Muchas veces contribuyen a esta actitud la temperatura de la arena, fría si se encuentra húmeda o muy caliente en días soleados. Esto último suele provocar quemaduras de las plantas del pie a las que el niño sólo responde con su llanto.
Una vez vencido el rechazo a esta nueva situación el niño comienza a explorar el espacio que lo rodea. Sus manos tocarán la arena y según la edad y la ayuda de los mayores intentarán traspasarla de un balde a otro, agarrar algunas cantidades, dejarla caer o tratar de arrojarla.
Un episodio frecuente, en algún mínimo descuido de los padres, es encontrarlo con arena entre sus labios o incluso llevándosela a la boca. Esto provoca la lógica alarma de los mayores, requiriendo el enjuague de la zona acompañado generalmente de un reto seguido del llanto del pequeño. En realidad la situación es previsible dado que los niños en estas edades exploran todo lo que les llama la atención y la boca constituye la herramienta preferida para dicha función.
A pesar de ser frecuente, la ingestión de arena no suele provocar grandes inconvenientes. Al humedecerse entre los labios o en el interior de la boca la arena suele pegotearse, impidiendo una ingestión abundante. No obstante en algunos niños se han producido atragantamientos o sofocones que generalmente suelen evolucionar en forma favorable.
La arena de la playa, a diferencia de los areneros de los parques, suele ser más limpia. Sin embargo siempre existe la posibilidad de estar mezclada con elementos peligrosos abandonados en ella. Agujas, anzuelos, fragmentos de vidrios y latas pueden tomar contacto con las manos y provocar heridas. Hay insectos que sobrevuelan la arena o se movilizan sobre ella, siendo las manos y los pies blancos frecuente de picaduras.
La arena no está libre de gérmenes. Si bien la gran mayoría de ellos no provoca enfermedades importantes la aparición de diarrea luego de su ingestión no es un fenómeno raro.
Las playas con gran concurrencia de mascotas, especialmente perros, contaminan la arena con sus excrementos pudiendo hallarse huevos de parásitos. Entre ellos el denominado toxocara canis puede ingresar al organismo luego de su ingestión, pudiendo por medio de la circulación sanguínea localizarse y crecer en distintos órganos provocando la enfermedad conocida como toxocariasis. Dicho peligro es más frecuente en areneros de parques y plazas con difícil renovación de la arena y el libre ingreso de animales al sector de juegos.
Se conoce como hábito de pica al trastorno alimentario originado por la ingestión en forma frecuente y reiterada de sustancias u objetos no comestibles como tierra, arena, papel, etc. Generalmente su aparición se encuentra entre el año y los 6 años de edad. Dicha patología está asociada muchas veces a déficit de hierro o zinc en la alimentación, a trastornos en el desarrollo o problemas psicológicos. Los niños con este hábito en contacto con la arena intentarán ingerirla. Sin embargo esta descripción no está relacionada con el deseo de exploración de todo niño normal referido en este artículo.
Finalmente cabe considerar el capítulo de la arena en los ojos. El juego y el viento, muy frecuente en nuestras playas provocan la irritación de las conjuntivas. Las manos también sucias de arena también contribuyen a que muchas veces el cuadro se prolongue. Generalmente es suficiente el lavado con agua limpia de ojos y manos.