Juego, sobreprotección y riesgos

por | 29 abril, 2024

¿Cuidar en demasía a un niño puede ser perjudicial para su desarrollo?

La pregunta sirve como debate si la sobreprotección de los niños frente a los desafíos que pueden presentar los juegos al aire libre pueden constituirse en un freno a la autopercepción del mundo que los rodea y al que en algún momento deberán enfrentar.

Los padres suelen preguntar sobre el riesgo del niño o niña de lesión dentro de algún juego o actividad deportiva desarrollada al aire libre. Es frecuente que muchas familias teman sobre lo que pueda suceder y ejercen una sobreprotección impidiendo o limitando dicha actividad con el fin de prevenir eventuales problemas de salud.

Los juegos riesgosos al aire libre se pueden resultar como una forma de prevenir problemas como la obesidad, la ansiedad y los trastornos de conducta. La probabilidad de lesiones durante este tipo de actividades son menores comparados con los beneficios aportados en materia de desarrollo saludable.

Claro está que hay que diferenciar los conceptos de “riesgo”, entendido como las situaciones en que un niño puede reconocer y evaluar el desafío basado en sus habilidades auto percibidas o percibidas por los padres, de las de “peligro”, en las cuales el potencial de la lesión está más allá de la capacidad del niño de reconocerlo.

Como ejemplos, el riesgo, inherente al juego libre sería trepar un árbol, un peligro es un tobogán mal anclado, una pileta sin barandas o una rama de árbol podrida que podría romperse. El papel del adulto en estos casos sería la identificación de los probables peligros, mitigarlos si se pudiera y supervisar adecuadamente la actividad sin impedirle a los niños jugar con el riesgo controlado.

En síntesis, mantener a los niños “tan seguros como sea necesario” en lugar de “lo más seguros posibles”.

Se suma a este tema el uso cada vez más frecuente y desde más corta edad de las pantallas en dispositivos electrónicos, restando tiempo a la actividad lúdica al aire libre con el consiguiente perjuicio.

Jugar es un derecho y una de las actividades más significativas de la infancia. El juego tiene un papel esencial para el desarrollo integral de cada niño ya que contribuye al bienestar cognitivo, físico, social y emocional, promoviendo la curiosidad, la imaginación la solución de problemas y la flexibilidad tanto mental como social. Es fundamental entonces encontrar un equilibrio y brindar oportunidades de juego en ámbitos libres de peligro pudiendo afrontar los riesgos inherentes.

Más aún, el juego arriesgado no significa ignorar las medidas de seguridad basadas en la evidencia como pueden ser el vallado de piletas, los cortacorrientes, los chalecos salvavidas o la protección en lugares muy concurridos, etc. Por el contrario, el juego al aire libre proporciona desafíos físicos y emocionales que pueden ayudar a los niños a desarrollar la autoconfianza.

Dentro de los ámbitos recreativos los más frecuentemente lesionados son los varones entre los 5 y 7 años producto de la intrepidez y de la auto medición de sus capacidades. Sin embargo, la mayor cantidad de internaciones por lesiones graves son causadas por accidentes de tránsito y lesiones ocurridas en el hogar como las caídas desde escaleras o cuchetas, quemaduras, intoxicaciones o mordeduras de perro. La mayoría de ellas sin haber sido observadas por un cuidador adulto

Es importante aclarar aquí que ninguna lesión debería considerarse accidente, sino que no se deben al azar y siempre pueden prevenirse o al menos reducir sus consecuencias.

Todo lo expuesto resalta la responsabilidad de los adultos en acompañar al niño en sus juegos, minimizando riesgos, evitando lesiones y disponiendo donde pueden jugar. No obstante, deben permitirles explorar su entorno por sus propios medios sin caer en la sobreprotección.

Todos los niños tienen derechos a desplegar al máximo sus capacidades respetando sus tiempos, limitaciones y procesos. Una excelente forma de desarrollarlas es el contacto con el medio ambiente, enfrentando por medio del juego controlado muchos de los desafíos que los acompañarán durante toda la vida adulta.

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