Pica, arde, duele
EL VERANO Y LOS BROTES EN LA PIEL
Febrero 2019
Son frecuentes las erupciones en la piel durante el verano en los niños. La exposición solar no siempre con buena protección, el agua de la pileta o del mar y el contacto con plantas e insectos suelen ser los orígenes de muchos brotes que motivan la preocupación de los padres.
Las características de los mismos son tan variables como los síntomas que pueden producir.
En general se consideran dos mecanismos por los cuales la piel puede reaccionar. Uno de ellos es la irritación de la misma por sustancias que agreden la piel, más aún cuando la misma se encuentra previamente irritada por el sol o intervienen superficies más delicadas como pueden ser las axilas, muñecas o ingles. El otro mecanismo por el que la piel puede brotarse es el alérgico. Aquí el contacto con una sustancia desencadena un mecanismo inmunitario que origina la erupción.
Desde luego, entre los agentes que actúan por irritación el sol, especialmente durante el verano, encabeza la lista pero también el cloro de las piletas, ciertos aceites, cremas, perfumes o repelentes para insectos pueden motivar el enrojecimiento y el ardor de la piel.
Si bien muchas sustancias pueden comportarse como irritantes y alergénicas a la vez, las plantas y los insectos desarrollan en forma más frecuente el último mecanismo.
Las picaduras, si bien al inicio actúan irritando la piel, la mayoría de ellas provocan una reacción local de variable intensidad con prurito y enrojecimiento. No siempre se tiene en claro la participación de un insecto. Algunas veces aclara el diagnóstico la localización en zonas expuestas sin vestimenta y el cuadro similar en niños y adultos que compartieron la jornada.
Más difícil aún suele ser el diagnóstico de una reacción por contacto con una planta o hierba. Si bien hay especies muy características como la llamada “hiedra venenosa” o el “roble venenoso” hay una variedad muy extensa de vegetales que pueden provocar reacciones generalmente de tipo alérgicas en muchas personas, especialmente en niños con contacto frecuente con plantas de parques y jardines.
Como se dijo anteriormente los síntomas y signos son muy variables. En la mayoría de los casos no hay afectación del estado general a excepción de reacciones de extrema gravedad que pueden comprometer la vida del individuo, generalmente secundarias a picaduras de abejas o avispas. En la mayoría de los casos hay enrojecimiento, calor y prurito.
Las características y las localizaciones del brote son también variadas. Si bien las picaduras suelen poseer un patrón similar, el contacto con insectos o con plantas puede provocar reacciones de difícil diagnóstico. En ellas la aparición de máculas planas o elevadas con prurito variable y en distintas partes del cuerpo motiva frecuentemente la consulta al médico a fin de descartar una enfermedad eruptiva.
Un ejemplo de lo descripto lo constituye la llamada “mariposa de la noche”, frecuentemente observada en espectáculos nocturnos al aire libre con potente iluminación. Estos insectos suelen poseer en sus alas sustancias que frecuentemente provocan alergia por contacto. Al intentar matarlos o aplastarlos con las manos provocan una reacción originando brotes en distintas partes del cuerpo. Otras veces son especies de plantas que pueden iniciar la erupción con topografías variadas y diferentes. Sin embargo en estos casos resulta generalmente más difícil asociar dicho fenómeno con el contacto y solo el antecedente de la deambulación o juego cercano a ellas facilita el diagnóstico.
Vale aquí también recordar las reacciones provocadas por las llamadas “aguas vivas” tan frecuentes durante los veranos y ya comentadas en artículos anteriores.
Todos los fenómenos descriptos tendrán mayor intensidad o gravedad en relación a los antecedentes alérgicos del individuo. Los niños atópicos son los que más sufren dichas reacciones requiriendo prevención y rápido tratamiento.
El lavado de la zona afectada y de la ropa involucrada logra en principio eliminar el probable origen de la reacción. Las compresas frías y húmedas suelen calmar la inflamación y el prurito. El tratamiento local con cremas y el general con antihistamínicos suelen ser suficientes siempre indicados por el médico. En caso que los signos en la piel se acompañen de síntomas de malestar general, edema o hinchazón de distintas partes del cuerpo o dificultad para tragar o respirar la consulta a un centro de urgencias no debe hacerse esperar.