«Tics» complejos

por | 28 agosto, 2024

Una comedia teatral que se viene presentando ya durante varios años en nuestro país, (“Toc-toc”) pone en evidencia, en uno de los personajes de la obra, al denominado Síndrome de Tourette, cuadro de características peculiares que merece ser conocido para poder comprender el comportamiento de los que lo padecen.

El Síndrome de Tourette, nombre del médico que describió por primera vez la enfermedad, se caracteriza por la aparición y desarrollo de “tics”.

Lo “tics” se definen como movimientos motores, involuntarios, repentinos, rápidos, breves, recurrentes no rítmicos, que pueden estar asociados, como en el caso del Síndrome de Tourette, con vocalizaciones que suelen manifestarse con gritos expresando alguna palabra o frase corta.

Los “tics” son bastante comunes en los niños. Se estima que hasta el 27 % de ellos presenta algún tipo de “tic” en algún momento de la infancia. Sin embargo, la prevalencia del Síndrome de Tourette afectaría sólo al 1% de la población. Los varones suelen ser más frecuentemente afectados siendo las edades más frecuentes de aparición entre los 4 y los 7 años.

Los “tics” suelen tener una evolución creciente por momentos y en otros decreciente, una mezcla evolutiva de sonidos/movimientos nuevos y antiguos con una frecuencia e intensidad fluctuantes.

Cuando son persistentes, los “tics” alcanzan generalmente su punto máximo entre los 9 y los 11 años de edad.

Típicamente los tics motores comienzan en la región de la cara/cabeza/cuello y se extienden para involucrar el tronco y las extremidades. Los tics motores también tienden a comenzar antes que los tics vocales, aunque esto es bastante variable.

Los “tics” pueden ser simples, involucrando movimientos o ruidos aislados o complejos, constituidos por movimientos y actitudes más complejas. En el caso del Síndrome que aquí nos ocupa, la aparición o asociación de tics vocales son generalmente temidos dado que no es raro que contengan palabras soeces, que dificultan para el que los padece las relaciones sociales y laborales.

Las exacerbaciones de los “tics” suelen ser precipitadas por la excitación, el stress, la ansiedad, etc. Por el contrario, suelen reducirse cuando la persona se concentra o se centra en otras actividades, se relaja o duerme.

Los “tics” suelen ir precedidos de un impulso premonitorio descripto como una sensación o deseo de realizarlo, ocurriendo aproximadamente en el 37% de los niños y el 90% de los adolescentes y adultos.

El Síndrome de Tourette se diagnostica por la presencia de “tics” motores múltiples y al menos un “tic” vocal durante más de un año. Su característica es el inicio antes de los 18 años de edad y de no ser secundario a ninguna patología neurológica, metabólica o tóxica.

Se cree que la etiología de los tics depende de una interacción compleja que involucra causas genéticas y ambientales. Por otro lado, también se especula en la intervención de mecanismos autoinmunes que podrían desarrollar estos fenómenos. Lo más conocido hasta ahora es la asociación de enfermedades por estreptococos como las anginas y la aparición fulminante y repentina de tics junto a trastornos obsesivos compulsivos.

Por otro lado, es importante destacar un incremento de casos de “tics” durante la pandemia Covid, lo que podría señalar la importancia del stress y la sobre estimulación visual, (pantallas), en la aparición de este fenómeno.

Las conductas obsesivo-compulsivas ocurren en aproximadamente el 50% de los niños con el síndrome de Tourette.

No existe un tratamiento específico para los “tics” y, dado que en la mayoría de los casos los mismos mejoran con el tiempo, es apropiada una espera controlada con la intervención de especialistas en neurología, psicología y psiquiatría.

 En el caso del Síndrome de Tourette, cuando los “tics” provocan en la persona problemas psicosociales, malestar físico, alteración en el hogar, escuela o trabajo, son necesarias alternativas para su tratamiento. La terapia conductual suele dar buenos resultados sola o asociada a drogas, entre ellas anticonvulsivantes, antidepresivos, etc., todas ellas indicadas por el médico psiquiatra interviniente de considerarlas necesarias.

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