NO LO INVITEMOS A NUESTRA MESA
EL CORONAVIRUS Y LAS FIESTAS
Diciembre 2020
Se acercan las fiestas de fin de año y lo que significa habitualmente un motivo de reencuentro y regocijo puede convertirse en esta oportunidad en preocupación dada la alta probabilidad de contagios de Covid 19 durante el transcurso de las mismas. Más aún si dentro de la concurrencia a las reuniones se encuentran personas mayores que, como sabemos, constituyen la población más afectada por las complicaciones de la pandemia. Paradójicamente, muchos de ellos que han permanecido semiaislados durante el año se encontrarán ahora en la disyuntiva de aceptar o no la invitación para compartir con sus afectos la mesa de fin de año.
En realidad todos comparten tanto el temor como las ganas de reencontrarse con los afectos luego de un distanciamiento que se fue prolongando durante casi todo el año.
La pregunta es de qué forma se pueden reducir los riesgos de contagio durante las fiestas de navidad y año nuevo, evitando del mismo modo rebrotes de la enfermedad en la comunidad.
Se sabe que a esta altura de la pandemia no se puede esperar que la gente elimine por completo los riesgos de contagio y por el contrario es mejor y más saludable conocerlos y minimizarlos con medidas acordes. Las estrategias para evitarlos constituyen un espectro bastante amplio, algunas de las cuales pueden requerir exigencias difíciles de cumplir por muchas familias.
Se debe partir de una conversación honesta con los adultos mayores de la familia, para saber si están dispuestos a asistir y del mismo modo una planificación previa de la reunión con la intervención y opinión de todos los participantes.
Conociendo la menor probabilidad de contagios en ambientes abiertos estamos beneficiados al vivir en el hemisferio Sur dada la coincidencia del verano y el fin de año. Es mucho más accesible organizar una reunión de estas características en un balcón, patio o terraza durante estas épocas. Sin embargo, el riesgo de contagio disminuye pero no desaparece. A ello se debe agregar la posibilidad de reducir la cantidad de participantes a lo más estrictamente posible, por lo menos durante la estadía de las personas mayores o disminuyendo la duración de la celebración.
Continuando con las estrategias a seguir, el correcto lavado de manos de todos los invitados debe ser una constante durante la reunión, especialmente en el momento del arribo de los participantes. El distanciamiento y el uso de barbijo o tapabocas deben continuar siendo cumplidos mientras dure la celebración. Los abrazos y los besos deberían ser evitados.
La mesa familiar constituye un momento de general regocijo que no debe ser empañado por la pandemia. Sin embargo es necesario evitar aglomeraciones alrededor de la mesa, tratando de respetar distancias prudenciales, especialmente con los familiares de mayor edad. Esta recomendación es aún mayor en el momento de la comida propiamente dicha durante la cual los barbijos no pueden ser usados.
No son pocos los que han pensado en el aislamiento familiar previo a las fiestas. Esta estrategia que, técnicamente podría ser útil es de muy difícil cumplimiento y de escasa factibilidad. Como sabemos tampoco alcanza el hecho de no haber presentado fiebre durante las semanas previas, dado que la enfermedad puede transcurrir en forma asintomática en gran parte de la población. Tampoco el antecedente de haberla padecido dado que aún no se conoce en forma cierta la posibilidad de recontagio.
Los testeos han sido tan famosos durante este año como el virus mismo. Por lo tanto no es raro que muchos hayan pensado en testearse previo a las fiestas para asegurar que se encuentren libres de la enfermedad. Si bien se cuentan con varias pruebas, ninguna provee la confianza suficiente dado que son “fotografías” del momento en la que se realizó luego del cual puede ingresar el virus por cualquier circunstancia. Tanto el más específico como lo constituye el hisopado en busca de la partícula viral como los indirectos como los son los que buscan anticuerpos contra el mismo no aseguran que al momento de la celebración una persona no se encuentre infectada. Hay ejemplos de esta circunstancia conocidos por todos. Basta recordar el contagio del presidente de los Estados Unidos y miembros de su gabinete habiendo sido previamente testeados o el de los jugadores de fútbol que, a pesar de presentar hisopados negativos al ingreso de la concentración, desarrollaron y contagiaron la enfermedad dentro del club en días posteriores.
Obviamente, a pesar de estas consideraciones, la disminución del riesgo de contagio sería importante en caso de que todos pudieran realizar dichas pruebas, siendo difícil e inaccesible para la mayoría de la gente.
«Que lo perfecto no sea enemigo de lo bueno», dijo Anthony S. Fauci, el máximo experto en enfermedades infectocontagiosas de Estados Unidos. Todas las precauciones contra el coronavirus, el distanciamiento, el barbijo, el lavado de manos y los testeos funcionan de la misma manera: por acumulación. Cuanto más de ellas sumemos tendremos menor posibilidad de que el virus origine un nuevo brote a partir de las reuniones familiares durante estas festividades.