EL NIÑO INTOXICADO

Lo que hay que saber

Abril 2022

Las consultas por probables intoxicaciones en niños y adolescentes suelen ser frecuentes en las guardias hospitalarias. En el caso de los más pequeños suelen corresponder, afortunadamente, a algún contacto accidental con una sustancia no tóxica ingerida en pequeña cantidad. Sin embargo, el ingreso de un tóxico peligroso puede llevar rápidamente a poner en riesgo la vida de cualquier persona.

Toda sustancia tóxica puede ingresar al organismo por distintas vías. La oral, por ingestión, la inhalatoria, a través de la piel, por intermedio de los ojos, a través de inyecciones, a través de la placenta y por envenenamiento, estas últimas por intermedio de agentes ponzoñosos. 

Las intoxicaciones pueden ser agudas o crónicas. Las primeras son motivadas por un episodio reciente. Las segundas se desarrollan con el tiempo a medida que la sustancia se va acumulando en el organismo, como por ejemplo la exposición ambiental al plomo o a otros metales pesados.

En el caso de los niños/as y adolescentes la intoxicación más frecuente es la aguda y se origina mayoritariamente por la vía digestiva. 

Los niños por debajo de los 5 años son los más expuestos a una intoxicación accidental debido al comportamiento exploratorio, predominando el sexo masculino. En estos casos los padres suelen llegar a los servicios de urgencias con el niño en buen estado general y sin síntomas. El tóxico puede ser conocido en estos casos o incluso es traído a la consulta. Los productos de limpieza y los medicamentos suelen ser los agentes más frecuentes.

Los adolescentes en su mayoría poseen intoxicaciones intencionales, fuera del hogar y con una evolución más prolongada.

Sin embargo, hay muchos casos, especialmente en niños pequeños, en los que se desconoce si los síntomas que presenta pueden provenir de una intoxicación. Los tóxicos pueden producir manifestaciones comunes a cualquier otra enfermedad, desafiando la percepción y la experiencia de familiares y médicos respectivamente.

Siempre es sospechoso el inicio brusco de diarrea, vómitos o dificultad para respirar. Del mismo modo la alteración de la conciencia y cambios bruscos en el comportamiento del niño o niña que previamente se encontraba sano.

Algunas veces suele orientar el diagnóstico la ingestión de alguna medicación prescrita o incluso la existencia de medicamentos en el hogar consumidos habitualmente por padres o cuidadores. Otras veces el olor extraño en el aliento, en la ropa, alteraciones en las pupilas de los ojos o lesiones en la boca o piel pueden orientar aún más al médico. En el adolescente, el abuso de sustancias suele evidenciarse además por lesiones especialmente en miembros superiores. 

En todos los casos se debe realizar una consulta urgente. En caso de conocer la sustancia que pudo intervenir en la intoxicación es conveniente llevársela al profesional actuante. En caso de ingestión accidental será importante estimar la cantidad que pudo haber sido tragada o aspirada.

En el caso de intoxicación por inhalación o contacto es importante detener su fuente, como puede ser la ropa impregnada con el tóxico o el aire contaminado, este es el caso del Monóxido de Carbono, donde la ventilación del ambiente es la primera medida a tener en cuenta. Del mismo modo, y hasta llegar al centro médico, valorar a cada momento el estado de conciencia del niño.

Ya en la guardia los facultativos valorarán las condiciones en que se encuentra el niño en general, su cuadro clínico, las características del tóxico involucrado y su absorción. La terapéutica en general siempre se orienta a eliminar todo resto del tóxico desde las posibles vías de ingreso al organismo. En este sentido, la piel, los ojos, el estómago y el intestino son los órganos sobre los cuales estarán indicados los tratamientos. Entre ellos sobresalen la provocación del vómito, el lavado gástrico, la administración de Oxígeno o las sustancias que absorban el tóxico y faciliten su eliminación rápida. Todas estas medidas deben ser tomadas por el médico en relación a las características del tóxico y su potencial peligrosidad para la vida del niño.

Para finalizar, a modo informativo, la mayoría de las intoxicaciones tratadas en los Departamentos de Urgencias son agudas. Como siempre, prevenir es mejor que curar, especialmente en los niños y más aún cuando el hogar posee fuentes de probable intoxicación. Los medicamentos, las sustancias utilizadas para limpieza, los cosméticos, etc. El monóxido de carbono merece una consideración especial dado que el envenenamiento con el mismo, secundario a la combustión incompleta de los calefactores/calefones y a la escasa ventilación, puede originar diversos signos y síntomas que a menudo pueden ser sutiles y confundirse con cualquier otra enfermedad.

Fuente: Curi P. “El paciente intoxicado”. Programa Nacional de Actualización Pediátrica. Sociedad Argentina de Pediatría. 2021

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