EL APEGO CON NUESTRO BEBÉ
Por la Lic. Lorena Ruda*
Como venimos hablando en artículos anteriores, la llegada de un hijo produce un cambio en nuestra vida, en nuestra pareja, en nuestro cuerpo. Según cómo vivamos este cambio, la relación con nuestro hijo podrá ser de una manera u otra.
Es común que en la primera etapa de «fusión emocional» o «apego» entremos en crisis por las excesivas demandas de todos y que nos sintamos desbordadas. Muchas veces resignar nuestra autonomía es difícil. Permanentemente hay una lucha narcisística entre «yo» y el «resto», sobre todo con nuestro bebé, que demanda sin parar, suponiendo que una siempre tendrá ganas de estar «ahí». Pero sucede que a veces una «no está ahí».
Otras puede enojarse con si misma al darse cuenta que ha resignado cosas que antes podía hacer, que todo está cambiando. -«No voy a ir ante el primer llanto, sino después me sale caprichoso», «¡tiene que poder esperar!», «¡ahora estoy comiendo, ya voy!» y diferentes frases que pueden retumbar permanentemente y dejan entrever la incapacidad propia de ceder nuestra autonomía, de resignar, de aceptar que un bebé recién nacido nos necesita todo el tiempo, que no se lo malcría teniéndolo a «upa». Pero no a todas nos resulta fácil adaptarnos a lo nuevo. Y cada mamá hace lo que puede y como puede. Muchas necesitamos más tiempo. Quizá estas son las dificultades más comunes en esta etapa de apego, que justamente necesita una entrega total. Estar disponibles al máximo, a la «teta a demanda», al «upa», a los «mimos», a los pañales, a las horas de sueño interrumpidas, etc. Paradojicamente cuanto más se entregue en este período de tantas demandas, más se disfrutará también.
Hay otras mamás que no viven esta etapa como «enloquecedora», que se permiten disfrutar hasta de las noches interrumpidas, que la teta a demanda no genera ningún conflicto y sobrellevan estos cambios con gran naturalidad. Lo más dificil para este tipo de mamás puede ser el inicio del des-apego.
El desapego, interpretado en este sentido, no implica un desprendimiento total ni abrupto, sino que paulatinamente se van imponiendo momentos de separación. Muchos están pautados por la sociedad o incluso por el pediatra: «A tal edad hay que cambiarlo de cuarto». Ocurre que muchas mamás podemos sentir culpa por alejarnos un rato, por dedicarnos un rato para sí. Muchas veces suponemos que nuestro bebe puede tener dificultad para «estar sin nosotras», cuando en realidad la dificultad es nuestra. Nos cuesta alejarnos suponiendo que si no estamos, nuestro bebé se sentirá mal, nos extrañará; tendrá hambre y no estaremos ahí para calmarlo. Esta situación es independiente de la mamá que trabaja (será abordado ese tema en otro artículo) ya que no hablamos solamente de separación física. La capacidad de apegarnos y desapegarnos tiene que ver más con las diferentes personalidades y con nuestra manera de «hacer vínculos».
Es importante que cada mamá pueda identificar qué vinculo construirá o está construyendo con su hijo, o mejor dicho, qué tipo de vínculo suele construir con «los otros» ya que posiblemente se relacione de un modo similar con su bebé.
Forzar esta separación no tiene sentido. Esos momentos solamente van ocurriendo. La mamá empieza a necesitar sus espacios, de sus otros roles, de su cuerpo y de a poco irá marcando sus límites. Lo mejor es que sea natural y que la mamá y el bebé disfruten de lo que están haciendo cuando el otro no está. Y esto sólo ocurre cuando ambos están preparados para que así suceda. Si trabajamos sobre estos puntos, la separación será más fácil. Incluso muchas veces tejemos fantasías en cuanto al destete, al cambio de cuarto, al dormir en otra casa, a la adaptación al jardín o a dejarlo en un cumpleaños.. Pensarlo cuando una no está preparada parece terrible, pero insisto en que si el apego es normal y natural, el des-apego también lo será, y esas situaciones que parecen complicadas en algún momento, terminan generándose naturalmente, dentro de cada díada/tríada de una manera particular en un tiempo particular.
*Lic. Lorena Ruda Psicóloga U.B.A. M.N. 44247
Emilio Ravignani 1744 Ciudad de Buenos Aires T.E.: 15-3-696-1806