El consumo de plástico

por | 28 diciembre, 2024

El medio ambiente es reconocido desde hace mucho tiempo como un factor determinante en la salud. Está relacionado con varios factores entre los que se destacan, por ejemplo: el calor, las inundaciones, las sequías y las enfermedades infectocontagiosas que generalmente dependen de ellos. A partir del siglo pasado, la exposición a sustancias químicas peligrosas se ha convertido en una amenaza creciente dada la contaminación del aire, los océanos y ríos del planeta.

Los niños, niñas y adolescentes son especialmente vulnerables a los contaminantes ambientales dada la menor capacidad para metabolizar y eliminar sustancias tóxicas. En el caso de los bebés, se suman como vías de exposición la vía transplacentaria y la leche materna.

Durante los primeros 1000 días de vida, los órganos y sistemas en desarrollo atraviesan sus etapas más susceptibles y los factores ambientales entre otros pueden generar alteraciones irreversibles en el desarrollo y manifestarse al nacimiento, en la niñez o más tarde en la vida adulta.

La rápida urbanización, el crecimiento de las poblaciones, el consumo y los avances tecnológicos han sumado al ambiente residuos eléctricos, nanopartículas, radiaciones y microplásticos. El presente artículo tratará de estos últimos.

En los últimos 75 años la producción de plástico creció en forma exponencial, en 2020 se produjeron aproximadamente 500 millones de toneladas en el año, lo que equivale a un 900% más que en 1980.

Actualmente hay más de 5.300 tipos de plásticos y la gran mayoría de ellos no son biodegradables. Por lo tanto, estos productos sintéticos luego de su exposición a la radiación ultravioleta, a compuestos químicos, microorganismos o inclemencias climáticas se van rompiendo y degradando en minúsculos pedazos que perduran en el agua de los océanos por tiempos casi infinitos.

Los plásticos degradados de tamaños menores a 5 mm. de diámetro se denominan “microplásticos”. Más del 80% de ellos terminan contaminando mares y ríos. La contaminación por ellos es tal que a la fecha no hay prácticamente ningún sitio en donde no se los haya encontrado. Estamos expuestos a ellos desde el momento de su uso hasta su descarte en el ambiente, exponiéndonos nuevamente a través del suelo, el aire, las fuentes de agua y los elementos de consumo.

Se estima que en:

  • Una semana ingerimos 5 g de plástico, equivale al tamaño de tarjeta de crédito.
  • Un mes, ingerimos 21 g o 5 dados.
  • En 6 meses, 125 gramos o un bowl de cereales.
  • En 1 año, 250 gramos, un plato entero.
  • En 10 años 2,5 kg, equivalente a un salvavidas.
  • En una vida (80 años aproximadamente) 20 kg, 2 tachos de basura entero

Según las características de los distintos plásticos los efectos que ejercen en el organismo pueden ser debidos a su depósito directo, causando reacciones inflamatorias, atravesando membranas biológicas según su tamaño y además sirviendo de transporte a otros contaminantes como metales pesados y pesticidas entre otros.

La exposición puede darse desde etapas prenatales hasta la adultez. Cuando ocurre en períodos críticos de crecimiento y desarrollo pueden provocar daños irreversibles.

Los nanoplásticos, te tamaño aún menores que los microplásticos, han sido encontrados en pulmones, placenta, sangre, materia fecal, meconio y hasta en la leche materna. Sus efectos hasta ahora son desconocidos.

Sin embargo, la contaminación por los plásticos encierra otras 2 problemáticas. Una de ellas es la acumulación de los mismos a lo largo de una vida por la incapacidad del organismo para degradarlos o depurarlos.  La otra es la magnificación del problema dado que la mencionada contaminación afecta a toda la cadena biológica, partiendo desde el zooplancton, a pequeños y grandes peces hasta llegar finalmente al ser humano.

Hasta el momento, no existen datos concluyentes sobre el impacto en la salud de los micro y nanoplásticos en los humanos. Sin embargo, se puede suponer que estas partículas pueden ser lentamente erosionadas a través de la pared intestinal hacia el sistema circulatorio y distribuirse en diversos tejidos y órganos. Si con el tiempo se acumulan, sus efectos tóxicos podrían causar daños en el cuerpo humano.

Es importante buscar alternativas para reducir nuestro uso diario, soluciones para el plástico ya existente y tecnologías para desarrollar nuevos materiales.

La aparición de los denominados “bioplásticos” surgen de dicho desafío. En la fabricación de los mismos se reemplazan los componentes fósiles del plástico por otras sustancias renovables como grasas, almidón de maíz, astillas de madera, etc. Sin embargo, su utilización puede provocar otros inconvenientes como la desforestación o la necesidad del uso de plaguicidas.

A nivel personal se puede reducir tanto el ingreso de plásticos al organismo como también su descarte al medio ambiente. Entre las decisiones que se pueden tomar todos los días se encuentran:

  • Elegir sorbetes de metal o bambú sobre los de plástico.
  • Llevar bolsas para hacer compras.
  •  Utilizar recipientes de vidrio o metal.
  • Acostumbrarse a las botellas y tazas reutilizables.
  • Comprar en bulto/a granel o en envases de cartón o vidrio.
  • Usar productos de higiene personal que no contengan microplásticos primarios.
  • Probar el shampoo o jabón en barra, pastas de dientes en pastillas y cepillos de bambú.
  • Usar pañales reutilizables, la copa menstrual y/o toallitas femeninas de tela.
  • Preferir como alternativa juguetes de madera ante la oferta de plástico.

Recordar siempre: “El mejor residuo es el que no se genera”.

Fuente: Markov D. “Microplásticos”. Programa Nacional de Actualización Pediátrica. Sociedad Argentina de Pediatría. 2024.

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