INTOXICACIONES NO INTENCIONALES
El peligro suele estar en el hogar

Abril 2025
Las intoxicaciones constituyen un grave problema, especialmente en niños y adolescentes, en referencia especialmente a aquellas que suceden en ámbitos hogareños, sin que los padres o cuidadores percaten o perciban el peligro y puedan prevenirlas. Como ejemplo de ello, en el año 2021 murieron más niños y adolescentes como consecuencia de intoxicaciones no intencionales que por linfomas y de ellas el 56,5% sucedieron en menores de 5 años.
El término “no intencional” se refiere al hecho de que las mismas se producen sin que haya una voluntad manifiesta de ingerir o administrar una sustancia, diferenciándose del consumo de alcohol o demás tipo de adicciones.
Estrictamente hablando, las intoxicaciones no intencionales no deberían denominarse “accidentes” dado que en todos los casos pueden ser prevenidos por adultos responsables del cuidado de los niños. Es en el hogar donde el niño permanece más tiempo y el lugar donde ocurren con más frecuencia esta clase de intoxicaciones.
Los menores de 4 años son los más expuestos a este tipo de situaciones. Comienzan a deambular, exploran el espacio en ambientes algunas veces no suficientemente aptos para ellos y la normal curiosidad los hace susceptibles al peligro de tocar o ingerir líquidos o sustancias. En otro capítulo hablamos ya de los atragantamientos en bebés y niños, secundario a la ingestión de pequeños objetos. Aquí nos referimos a la ingesta de productos químicos que incluyen medicamentos, productos de limpieza, plaguicidas y drogas de abuso que por descuido han quedado al alcance de los niños.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos, los adultos encuentran al niño junto al producto, llegando en algunos casos a prevenir su ingestión y en otras a referir el motivo de la consulta o el origen de los síntomas que, generalmente, comienzan siendo digestivos.

Otras veces, los padres ignoran el episodio, dando origen a diversos estudios de variable complejidad para arribar a un diagnóstico.
Ocurre que, en las oportunidades en que la droga involucrada se absorbe, pueden aparecer síntomas y signos que suelen comprometer especialmente al sistema nervioso del niño que pueden dificultar el diagnóstico cuando se desconoce el contacto previo con la sustancia.
Uno de los ejemplos típicos de lo recién referido es la inestabilidad en la marcha de comienzo súbito y la somnolencia luego de la ingestión accidental de alcohol o de psicofármacos. El primero de los casos suele ocurrir cuando se dejan vasos o copas al alcance de los niños con restos de bebidas, lo segundo cuando el niño tiene a su alcance medicamentos, ingiriendo comprimidos que encuentra sobre el piso o abriendo sus envases.
El creciente uso de productos derivados del cannabis, el cultivo y la elaboración de aceites en los hogares contribuyen al acceso de los niños a estas sustancias que pueden desencadenar intoxicaciones con síntomas neurológicos graves hasta dejarlos inconscientes, dependiendo de la cantidad y concentración de la droga que posean los productos ingeridos.

Las benzodiacepinas, en cambio, pueden producir una reacción paradojal que se puede manifestar con excitación y alucinaciones. Otras drogas como los antipsicóticos, antidepresivos, anticonvulsivantes y antieméticos pueden producir en el niño contracciones musculares sostenidas e involuntarias. Son las denominadas “ataxias”. La gravedad de las mismas obliga muchas veces a evaluar la posibilidad de enfermedades neurológicas que motivan estudios de variada complejidad. Los mismos no suelen ser necesarios si el familiar refiere la posibilidad cierta de la ingestión de dichos medicamentos.
En el caso de los insecticidas o plaguicidas, su ingestión accidental suele ser reconocida por los familiares por encontrar al niño junto al envase del producto, motivando la consulta urgente a la guardia, orientando el tratamiento a seguir.
Debemos recordar finalmente que todo medicamento, producto de uso doméstico, químicos, plaguicidas y sustancias psicoactivas deben estar guardados fuera del alcance de los pequeños. Especialmente en el ambiente destinado al lavado de ropa o al guardado de productos de limpieza para el hogar.
Verificar que no queden comprimidos o tabletas sobre pisos y alfombras.
Las recomendaciones valen cuando los pequeños van de visita o quedan al cuidado en casas de abuelos u otras personas. La supervisión debe ser permanente y en todo lugar.
Fuente: Rizzuti M. y col. “Prevención de lesiones en la práctica cotidiana”. Programa de Actualización Pediátrica. Sociedad Argentina de Pediatría. 2024