Bebés exigentes

por | 28 febrero, 2015


alta demanda4BEBÉS CON ALTA DEMANDA

 

Febrero 2015

Hay bebés que suelen dar un poco más de trabajo a sus padres. Generalmente son niños que desde el vientre materno expresan con sus movimientos que van a continuar siendo inquietos cuando nazcan. Las consultas son frecuentes y reiteradas. Duermen poco, se despiertan varias veces a la noche, lloran mucho si no se los toma en brazos, etc. Son los bebés denominados generalmente como de «alta demanda».
El resultado de los controles médicos efectuados a estos niños suele ser normal, tranquilizando de esta forma la angustia de los padres que por momentos creen estar frente a un niño con problemas.

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Si bien hay pautas en la crianza de los niños que pueden influir en sus reacciones, es cierto que estos bebés desde los primeros días suelen inquietarse más con cualquier estímulo. Se alimentan correctamente, crecen bien pero, a pesar de ello los padres llegan al consultorio del pediatra con la angustia de no saber cómo seguir. Generalmente hacen comparaciones con otros bebés de amigos o familiares y concluyen en forma errónea que algún error han cometido en la relación con el pequeño hijo.


alta demanda3Estos bebés se podría decir, ponen mayor energía en todo lo que hacen. Se alimentan con voracidad, ríen con ganas pero también protestan con mayor vehemencia si sus deseos no son satisfechos a muy corto plazo. Viven en forma intensa las emociones. Esto hace que en la casa se duerma poco y mal, dado que suelen despertarse en forma más frecuente que los demás niños. Una vez satisfechos con el pecho materno suelen conciliar el sueño pero otros incluso requieren de un mayor contacto con la madre antes de volver a dormir.

Tienen un leve incremento del tono muscular. Esto hace que se presenten algo tensos con mayor predisposición al movimiento desde los primeros días de vida. Son niños que rechazan estar demasiado arropados o con vestimenta que los sujete demasiado. Al contrario, suelen tranquilizarse al estar desnudos, sólo cubiertos por una manta. Por el mismo motivo generalmente se quejan cuando son colocados dentro de los cochecitos, prefiriendo los brazos de sus padres para ser transportados.
Cuando lloran y se quejan pueden adoptar posiciones que a la familia pueden parecerles anormales. Suelen extender en esos instantes la cabeza hacia atrás o incluso encorvar el cuerpo.
Algunas madres suelen definirlos como «absorbentes», aplicando el término a la imposibilidad de realizar alguna actividad que demande separarse de ellos aunque sea por breves instantes.
La inmensa mayoría de estos niños, como dijimos anteriormente, son normales. Crecen y se desarrollan en forma normal. No guardan relación alguna con los llamados cuadros de hiperactividad o dispersión de la atención referida en niños más grandes.

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Lo cierto es que los padres de estos bebés suelen expresar cierto tipo de angustia en el consultorio del pediatra. Están felices con el crecimiento del hijo pero suelen referir cansancio por la falta de sueño y hasta algunas veces reproches mutuos por la crianza. Algunos llegan confundidos, habiendo recibido consejos de familiares y amigos para resolver el problema. Otros suelen pensar que el bebé se está quedando con hambre y quieren complementar la leche materna, a pesar del correcto crecimiento del bebé.
Lo primero a tener en claro es que son niños normales y que sus requerimientos son similares a la del resto de los bebés. Si bien hay algunas patologías que pueden expresar síntomas similares, la gran mayoría de ellos son completamente normales. Todos los bebés son demandantes y requieren la satisfacción de sus deseos expresando con el llanto el disgusto. La diferencia está dada por la intensidad, la prolongación de las reacciones y la propensión al movimiento.
Habrá que estimular aún más el contacto piel a piel con la madre, generalmente en un ambiente cómodo que les permita moverse libremente. Se deberán también disminuir los estímulos externos: ruidos, luces, cambios de ambientes, en especial durante los primeros meses.
Parte de la resolución de la angustia materna es convencerse que está criando bien a su hijo. Que no está mal responder y satisfacer el llanto del bebé con el alimento, la caricia, su voz suave o incluso la mirada. La paciencia es parte también de la solución junto a la comprensión y colaboración de la pareja. No es aconsejable ni saludable dejar llorar al bebé «hasta que se canse».
Es fundamental el control pediátrico, no sólo para aclarar las dudas comentadas, sino para confirmar en forma mensual durante el primer año, el correcto crecimiento y desarrollo del bebé.