¿Qué más se sabe sobre la bronquiolitis?

por | 27 mayo, 2017

Llega el frío

bql1LLEGA LA BRONQUIOLITIS

Junio 2017

 

La bronquiolitis es la infección respiratoria pulmonar más frecuente en los lactantes.

El agente más importante es el virus sincicial respiratorio (VSR) distribuido en todo el mundo,  causando brotes anuales sin poseer a la fecha tratamiento específico ni vacuna para su prevención. La mayoría de los bebés se infectan durante el primer año de vida y prácticamente todos han tenido contacto con el virus una o más veces al cumplir los dos años de edad. Sin embargo, no todos los infectados sufrirán bronquiolitis. Se estima que sólo alrededor de un 20% desarrollan la enfermedad. El resto presentará signos y síntomas de un catarro común. Lo mismo sucede con los adultos que, cursando un resfrío causado por el virus, contagian sin sospecharlo la bronquiolitis al bebé.

De todos los niños que desarrollan bronquiolitis entre un 2 a 3 % necesitan ser hospitalizados. El mayor porcentaje de ellos ocurre antes de los 6 meses de edad.

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Los seres humanos constituyen la única fuente de infección por estos virus, el contagio entre los miembros de la familia y los compañeritos del jardín maternal es común.

Desde mediados del otoño hasta el fin de la primavera los casos de bronquiolitis originan año tras año gran demanda en todos los consultorios, las guardias, los servicios de internación y las terapias intensivas pediátricas. El pico de incidencia de la enfermedad suele ocurrir entre los meses de junio y julio.

El término bronquiolitis define la localización de la infección: los bronquiolos, el último y más delgado tramo del árbol bronquial que se comunica con los alvéolos. A través de estos últimos se realiza la hematosis, proceso en el que los glóbulos rojos reciben el oxígeno que transportan hacia los tejidos, entregando a cambio el dióxido de carbono retirado de los mismos.

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La bronquiolitis afecta especialmente a niños menores de 2 años. En forma característica se inicia como un resfrío común con o sin fiebre, agregándose entre los 2 y 3 días  tos y dificultad respiratoria.

bql2Los padres notan al bebé agitado, generalmente con buen estado general. La agitación está causada por el aumento de la frecuencia respiratoria y por el esfuerzo que hace el niño para respirar. Esto último se manifiesta por las retracciones subcostales (por debajo de las costillas) e intercostales (entre las costillas) más evidentes cuanto más severo es el cuadro. La retracción o tiraje se genera por el hundimiento del abdomen hacia las costillas y el de la piel entre las mismas con cada movimiento respiratorio.

Los silbidos o silbilancias suelen ser escuchadas por el médico durante la auscultación pero no es infrecuente que sean percibidas también por las personas que se encuentren cerca del bebé.

Todos los síntomas respiratorios son motivados por la afección de los bronquiolos. La obstrucción provocada por la inflamación origina una dificultad en la llegada del aire a los alvéolos. Debido a ello el organismo incrementa tanto la frecuencia como la profundidad de las respiraciones. Los silbidos, que algunas veces se escuchan, son originados por la turbulencia del aire al pasar por una luz semiobstruída.

dificultad respiratoria3La dificultad respiratoria suele ir en aumento hasta el tercer o cuarto día. No obstante la evolución no es siempre la misma en cada niño. En algunos momentos  puede presentarse menos fatigado y en otros haber mayor dificultad. Los mocos de a poco se van haciendo más espesos originando ruidos respiratorios más groseros, reemplazando a los silbidos.

La enfermedad suele evolucionar entre 10 y 12 días. No obstante en algunos casos la misma puede prolongarse hasta un mes. En la gran mayoría de los casos no se presentan complicaciones y la curación es completa.

En niños menores de 2 meses y en especial los nacidos en forma prematura la enfermedad puede provocar la aparición de apneas, (pausas respiratorias), que motivan la internación para controlar la evolución en forma más estricta.

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En las bronquiolitis, a diferencia de los cuadros asmáticos, no hay espasmo bronquial, dado que la obstrucción se produce en los bronquiolos que no poseen paredes musculares. Del mismo modo la bronquiolitis no está relacionada ni motiva la aparición de cuadros asmáticos en años siguientes. Tampoco tiene relación con cuadros alérgicos.

La enfermedad no deja inmunidad completa ni duradera, pudiendo el niño ser reinfectado por el mismo virus durante la misma temporada.

Hay grupos de niños con mayores riesgos de padecer bronquiolitis: entre ellos se cuentan los  prematuros, los que presentan alteraciones estructurales en sus pulmones y los que sufren cardiopatías congénitas.

Los lactantes que durante el primer año de vida concurren a jardines maternales tienen el doble de posibilidad de padecer bronquiolitis.

El tabaquismo en el grupo familiar facilita también la aparición de la enfermedad, la lactancia materna, por lo menos durante los 6 primeros meses protege, en cambio, de la misma.

Generalmente solo basta para el diagnóstico el examen clínico. No suele ser necesario la radiografía de tórax ni otro estudio complementario.

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El tratamiento consiste básicamente en mejorar la dinámica respiratoria del bebé, favoreciendo la posición semisentada, especialmente durante el sueño, evitando que respire aire viciado o seco, controlando la fiebre y en especial  la dificultad respiratoria. Esto último se lleva a cabo verificando en forma periódica la frecuencia de las respiraciones y la evolución de las mencionadas retracciones en el tórax.

A pesar de la indicación frecuente de Salbutamol, no está comprobado su beneficio. Tampoco son útiles los corticoides.

La internación del niño generalmente está motivada por el incremento de la dificultad respiratoria y la aparición de signos y síntomas secundarios a la disminución del oxígeno en la sangre. Dicho fenómeno se comprueba por medio de la saturometría de pulso que utiliza un pequeño sensor  ajustado al dedo del niño.

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En estos casos la administración de Oxígeno por máscara es fundamental hasta tanto ceda la dificultad respiratoria y la obstrucción severa de los bronquiolos.

Si bien no existen vacunas para evitar la bronquiolitis hay medidas generales que ayudan a disminuir la diseminación del virus y el contagio de bebés y niños pequeños.

El lavado frecuente de manos, la ventilación de los ambientes, evitando sobre todo el humo del cigarrillo, el uso de pañuelos descartables y la protección de nariz y boca cuando se estornuda o tose se encuentran entre las más importantes.

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