Conociendo al enemigo
LA CORONA DEL CORONAVIRUS
Noviembre 2020
Desde el momento que tuvimos noticias del Covid 19, conocido científicamente como SARS-Cov-2, pudimos conocer su retrato. La microscopía electrónica se encargó de mostrarlo tal cual como es, convirtiéndose en una imagen más famosa que la de cualquier otro líder mundial, deportista del momento o grupo de rock.
La esfera rodeada de múltiples espigas es la cara visible de este enemigo perverso que se ha llevado a su paso infinidad de enfermos y muertos.
La imagen microscópica de este virus permite por otra parte entender los mecanismos que pone en juego para poder infectarnos, su replicación y su distribución por nuestro organismo.
Como todo virus el Covid requiere de una célula para desarrollarse, parasitándola y haciendo en principio que trabaje para él, utilizándola para la realización de infinidad de copias que se diseminarán por todo el cuerpo.
Como sabemos, el Coronavirus ingresa por vía respiratoria y, volviendo a la explicación, invade a las células del aparato respiratorio utilizando una de las tantas espigas o rayos que forman la “famosa” corona. En ellas se encuentra la denominada proteína S que abriría el camino para la invasión a la célula. Sería como la llave que puede abrir la puerta y permitir el ingreso del virus.
Pero toda llave requiere de una cerradura que se pueda abrir. Se sabe que el virus busca receptores específicos que algunos tejidos del cuerpo humano poseen. Las espigas de la corona funcionarían como llaves que encajarían específicamente en estas “cerraduras”.
Estos receptores fueron denominados ACE2 y las células que los poseen se encuentran especialmente en las vías respiratorias tanto altas como bajas y en el intestino. Esto explicaría en gran parte el compromiso de estos sistemas durante la enfermedad. La cantidad de receptores que posea cada persona también podría explicar la gravedad en su presentación.
Una vez que ingresa el virus a la célula provoca que la misma trabaje para su provecho, utilizándola para replicarse y liberar infinidad de copias al resto del organismo que harán lo mismo en otras células del cuerpo para finalmente destruirlas.
Toda la superficie del virus está recubierta por una fina capa de grasa que afortunadamente es su talón de Aquiles. Sin esa protección el coronavirus es sumamente frágil. Sobre esa membrana actúan el jabón y el alcohol destruyéndola al ponerse en contacto. De allí la importancia de la correcta utilización de los mencionados antisépticos.
El modelo de infección viral, hasta aquí comentado en forma muy resumida, es el utilizado por la comunidad científica para descubrir medicamentos o elaborar vacunas para luchar o prevenir en forma respectiva la enfermedad.
Uno de los antivirales que parecería tener a la fecha buenos resultados, el denominado Remdesivir, actuaría obstruyendo los mencionados receptores, las “cerraduras”, evitando el ingreso de los virus. Al no poder entrar en las células los virus quedarían a merced de las defensas del organismo siendo destruidos fácilmente.
La gran cantidad de vacunas contra la enfermedad que se encuentran en distintas fases de investigación, algunas muy avanzadas, pueden explicar su funcionamiento siguiendo el mismo modelo.
La utilización de virus muertos o atenuados es una estrategia que ha sido útil para la elaboración de muchas vacunas y muchas de las que se investigan contra el coronavirus no la desechan.
Las vacunas utilizando los denominados “vectores virales” parecerían llevar la delantera. En ellas mediante la transformación de otros virus o del mismo Covid se logra evitar que el Coronavirus penetre en los mencionados receptores, provocando gran producción de anticuerpos por la similitud antigénica.
Conocer al enemigo sirve siempre para comenzar a vencerlo. Falta mucho aún para descubrir muchos de sus secretos pero sin duda se está en el camino correcto. Mientras tanto es saludable observar la corona del virus en cualquier foto e imaginar su fácil destrucción con el correcto lavado de manos con agua y jabón.
Fuente: “Informe SAR-COV2”. Sociedad Argentina de Virología. 2020
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