Tuberculosis

por | 3 octubre, 2012

tbcLO QUE HAY QUE SABER

Octubre 2012

La tuberculosis, (TBC) es una enfermedad infecciosa conocida desde tiempos remotos, producida por el Mycobacterium tuberculosis. A pesar de los significativos avances en relación al tratamiento y a su curación, continúa siendo un problema global de la salud pública de niños y adultos en todo el mundo. Es una patología que ataca primariamente a poblaciones con mayor nivel de marginación. Aproximadamente el 95% de los casos corresponden a países en vías de desarrollo. L a TBC es la segunda causa de muerte por enfermedad infecciosa en el mundo, luego del HIV, a la que muchas veces se asocia o acompaña. Anualmente se registran entre 8 y 10 millones de casos nuevos y alrededor de 3 millones de muertes atribuidas en forma directa o indirecta a esta enfermedad.

Con la llegada de las drogas antituberculosas y la vacuna BCG, el pronóstico, el tratamiento y su prevención fueron mejorando, diminuyendo el número de casos hasta aproximadamente el año 1985 donde nuevamente comienza a elevarse en forma progresiva hasta la actualidad. Múltiples causas influyeron en su nuevo auge. La coinfección con el virus HIV, las condiciones socioeconómicas desfavorables, las deficiencias en los sistemas de salud y la resistencia de la bacteria a algunas drogas antes efectivas pueden explicar los motivos.
En nuestro país se notifican alrededor de 13.000 casos por año, existiendo un incremento de los mismos desde el año 2002, produciendo aproximadamente 1000 muertes anuales.

La mayoría de los niños que contraen TBC son contagiados por adultos con infección pulmonar. Es frecuente que la aparición de un caso infantil origine una investigación en el hogar, encontrándose al familiar cercano enfermo, cuya único síntoma hasta ese momento fuera la tos.

La transmisión de la bacteria es respiratoria, de persona a persona, producida por secreciones que se vehiculizan al hablar, cantar, toser o el estornudar. El germen ingresa a los pulmones y ahí puede reproducirse e iniciar la enfermedad.Existen distintos factores que intervienen en la transmisión y en el riesgo de enfermar,Los mismos son: una fuente infectante, un ambiente propicio, la duración del contacto con el enfermo y las defensas o edad que posea el organismo.

La mayor parte de los niños se infecta a partir de un adulto conviviente. Generalmente los familiares cercanos o cuidadores con enfermedad pulmonar abierta que tosen, no siempre con deterioro notable de salud, son tomados por sorpresa cuando se les diagnostica la enfermedad, luego de haberla confirmado en el chico. El ambiente propicio lo da el tamaño de las habitaciones, la escasa ventilación y la cantidad de personas que conviven en un hogar. La duración de la exposición al microbio explica también por qué los familiares directos o los cuidadores de los niños sean siempre los que contagian la enfermedad. La mayoría de los expertos creen que entre 4 y 8 horas diarias de contacto cercano son necesarias para transmitirla. La edad y el estado de las defensas explican el frecuente contagio de niños, especialmente menores de 5 años, verdaderos «centinelas» del estado de salud de la familia, del mismo modo también suelen enfermar los adolescentes y los ancianos. La frecuente asociación de enfermedad HIV y TBC habla a las claras de la relación entre el estado inmunitario y su contagio. Lo mismo ocurre en los niños diabéticos o con enfermedades pulmonares preexistentes.
La TBC se manifiesta generalmente con tos y fiebre que suelen al principio confundirse con estados gripales o incluso neumonías comunes. Si la enfermedad se prolonga comienza la pérdida de peso, decaimiento general y falta de apetito. No obstante hay niños que pueden estar asintomáticos al momento del diagnóstico, como parte de un catastro llevado a cabo en la familia por la aparición de algún caso. La gran mayoría de los niños enfermos no contagian la enfermedad, dado que es raro que presenten patología pulmonar abierta, (cavernas). Por lo tanto, es poco frecuente que padezcan expectoraciones con sangre, (hemoptisis), muy comunes en los adultos severamente comprometidos. Si la enfermedad prosigue con su evolución, los síntomas respiratorios se acentúan y el deterioro general se hace aún más evidente.

La meningitis tuberculosa es una localización grave de la enfermedad. Puede asociarse al compromiso respiratorio pero muchas veces constituye la primera manifestación de la misma, siendo elevada tanto su mortalidad como la frecuenta de secuelas neurológicas de por vida.

neumonia

El diagnóstico de certeza de la enfermedad lo constituye la observación de la bacteria en el esputo del paciente. Hecho muy difícultoso en el niño ya que, como dijimos, no posee lesiones abiertas. El desafío del médico entonces es sumar parámetros como los antecedentes familiares de patologías respiratorias, el cuadro clínico del paciente, la radiografía de tórax y la PPD o reacción de Mantoux. Algunas veces se realizan lavados gástricos para intentar obtener al bacilo, dado que los niños no suelen expectorar las secreciones, sino que las tragan

La clave del diagnóstico en un niño lo aporta la presencia de un adulto conviviente con TBC pulmonar.

La reacción de Mantoux o PPD sólo informa con su positividad el contacto del niño con el bacilo. No expresa por sí sola enfermedad pero, frente a convivientes enfermos, en caso de niños pequeños, con o sin el acompañamiento de síntomas o signos radiológicos suele indicar la necesidad de tratamiento antituberculoso.

El tratamiento se realiza con varias drogas según protocolos científicos que valoran especialmente el estadío de la enfermedad. Duran generalmente entre 6 meses y un año. En el adulto es primordial terminar con la eliminación de bacilos por la vía aérea. De esta forma, aunque no haya finalizado el tratamiento, la persona podrá reincorporarse a su grupo familiar y a su trabajo sin posibilidad de contagiar. Por supuesto dependerá del compromiso de cumplir con la medicación instituida y con los controles médicos periódicos hasta su alta definitiva.

Todos los contactos de un caso de TBC deben ser estudiados. Si se comprueba en ellos enfermedad deben ser también tratados. Caso contrario recibirán una profilaxis con una droga antituberculosa durante un par de meses, o hasta cuando el familiar deje de contagiar, según el resultado de los análisis.

¿Y LA BCG?

vacuna hepatitis bLa vacuna BCG sólo previene los casos graves de TBC en niños pequeños. De ahí que se aplique sólo en los recién nacidos, antes de salir de la maternidad. El riesgo de un bebé de recibir al bacilo puede estar en un viaje en colectivo o en el beso de un familiar que hasta ese momento creía que tosía por el cigarrillo. Por ello el valor de la aplicación de la BCG antes de la salida de la maternidad.