Los antibióticos y las alergias

por | 26 febrero, 2024

La reacción alérgica a un medicamento constituye un tipo de respuesta adversa del organismo contra el fármaco. Ocurre tras la administración de una dosis utilizada habitualmente ya sea para la prevención, diagnóstico o tratamiento de alguna enfermedad.

En principio, la reacción alérgica se desencadena cuando el medicamento provoca que el sistema inmune reaccione de modo similar al ingreso de algún elemento extraño al organismo. El tipo de respuesta dependerá tanto de las características de la droga involucrada como de la parte del sistema inmune a cargo de la misma, (anticuerpos, células, etc.). Ello también estará relacionado con el tiempo de aparición de la alergia luego del ingreso del medicamento.

Las reacciones alérgicas a los medicamentos son eventos adversos, impredecibles, no dependientes de la dosis y no explicables por su acción farmacológica, sino mediados, como dijimos anteriormente por un mecanismo inmunológico. Suelen ser específicas para un fármaco y se reproducen con la reexposición del mismo.

Constituyen el tercer motivo de consulta en los servicios de Alergia e Inmunología y los medicamentos generalmente involucrados son los antibióticos denominados betalactámicos, (penicilina, amoxicilina y derivados) y los AINES, (antiinflamatorios no esteroideos), como la Aspirina, la Dipirona, el Ibuprofeno y el Diclofenac).

La amoxicilina ocupa el primer lugar, siendo la causa más reportada en niños. Es frecuente la automedicación de este antibiótico en catarros o faringitis a pesar de conocerse el origen viral de la mayoría de ellos. Algunas veces es difícil diferenciar un brote alérgico en la piel del que puede provocar algún virus involucrado.

Las reacciones de tipo alérgicas o por hipersensibilidad requieren una primera etapa denominada de “sensibilización”, constituida por la primera exposición al medicamento y que es asintomática. A ella le sigue una segunda parte que, ante un reingreso de la droga, provoca la respuesta del sistema de defensa previamente sensibilizado, responsable de las manifestaciones adversas en el organismo.

La mayoría de estas reacciones se pueden dividir entre inmediatas o tardías según las características de la parte del sistema inmune que interviene en las mismas. Las primeras, como su nombre lo indica son las más rápidas provocadas por anticuerpos, (inmunoglobulina E), liberando mediadores que favorecen fenómenos inflamatorios, pudiendo comprometer en algunos casos la vida del paciente, (edema de glotis). Las segundas están mediadas por el componente celular del sistema de defensas. Los linfocitos previamente sensibilizados reaccionan también provocando inflamación especialmente en la piel.

Esto último constituye la presentación más frecuente de las alergias, manifestándose por brotes en distintas partes del cuerpo acompañado o no de prurito.

Hay factores que pueden resultar de riesgo y que suelen ser antecedentes frecuentes frente a las reacciones alérgicas. Entre ellas se destacan los tratamientos discontinuos o interrumpidos con antibióticos que se auto administran de forma habitual frente a fiebres o catarros por un par de días. Otros factores que incrementan la posibilidad de desencadenar reacciones alérgicas son los medicamentos que poseen variedad de drogas en su composición y los antecedentes familiares que aumentan en 10 veces la posibilidad de desarrollar algún tipo de hipersensibilidad.

Es importante destacar que el asma no constituye un factor de riesgo para padecer este tipo de reacciones, sin embargo, pueden ser un agravante en caso de desarrollarlas.

Frente a la sospecha de una alergia a un medicamento, éste debe suspenderse y posteriormente confirmar o descartar la alergia por intermedio de un alergólogo, a fin de evitar algunas veces rotular como niños alérgicos a los que en realidad no lo son. Se evaluarán entre otros factores los medicamentos administrados, los signos y síntomas ocasionados y el tiempo transcurrido entre la primera toma y la aparición de la alergia.

Hay determinaciones en sangre que el especialista puede solicitar midiendo distintos componentes del sistema inmune, (inmunoglobulinas, células, etc.). Existen además las denominadas pruebas de provocación controladas que intentan reproducir bajo control y en forma localizada la reacción mediante el enfrentamiento con la probable droga involucrada.

Si bien existen tratamientos desensibilizantes de resorte del especialista, se aconseja, cuando sea necesario, reemplazar la droga involucrada en la alergia por otro de distinta composición. En el caso de los betalactámicos se suele indicar la Eritromicina o Claritromicina entre otros.

Hay reacciones alérgicas graves, como la anafilaxia, que requieren tratamiento inmediato.

La anafilaxia es una reacción alérgica grave de instauración rápida y potencialmente mortal.

La presentación clínica puede ser variada incluyendo síntomas cutáneos como urticaria y angioedema de glotis, junto con la afec­tación de otros sistemas, como el respiratorio, cardiovascular o digestivo. Los niños pueden tener ausencia de compromiso mucocutáneo y presentar síntomas respiratorios y digestivos.

Tal como se describió en artículos anteriores, la adrenalina intramuscular es la droga de elección y debe ser aplicada rápidamente sumado al control evolutivo posterior en un centro médico. El antecedente de niños con estos episodios requiere la inclusión de la adrenalina tanto en el botiquín familiar como en la mochila escolar o deportiva. Es de suma practicidad la adrenalina que se expende en jeringa prellenada, lista para usar.

Es importante destacar que frente a estos episodios los antihistamínicos y los corticoides, (Decadrón), no son siempre eficientes.

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