Trastornos alimentarios

por | 26 septiembre, 2023

ANOREXIA NERVIOSA

Lo que hay que saber

Octubre 2023

 

Los desórdenes alimentarios constituyen alteraciones persistentes en la forma de alimentación, acompañados de un deterioro en la salud física, psíquica y social de la persona.

En ellos, si bien el comportamiento alimentario de es lo más llamativo hay además repercusiones en las sensaciones o vivencias corporales, el estado de ánimo, las emociones y la capacidad de sentir placer.

La anorexia nerviosa constituye una de los más frecuentes desórdenes alimentarios especialmente durante la adolescencia de niñas y niños.

Se define como una restricción excesiva de la ingesta de alimentos que desencadena una disminución del peso corporal, presencia de miedo intenso a la ganancia de peso y una alteración de la percepción de la imagen corporal.

Cuando el descenso de peso ocurre por la mera disminución en la alimentación se habla de anorexia restrictiva. En cambio, cuando el mismo se debe a vómitos, purgas o laxantes que el adolescente usa para desembarazarse de la comida estamos en presencia de una anorexia purgativa. Estos últimos pueden manifestarse con los denominados atracones seguidos de vómitos que fueron seguidos de un ayuno prolongado.

En todos los casos hay una falta total de conciencia de la enfermedad y del riesgo que puede significar el bajo peso para la salud. Muchas veces no llegan a cumplirse en un niño todos los criterios aquí mencionados. Sin embargo, es importante conocerlos, dado que pueden corresponder a un desorden alimentario aún no detectado o desarrollado en forma total.

La anorexia nerviosa en países occidentales representa la tercera enfermedad crónica más frecuente en mujeres jóvenes después de la obesidad y el asma. A nivel local, los centros especializados en estos cuadros nos dicen que aproximadamente en el año 2009 un 12 a un 15 % de adolescentes padecían algún tipo de trastorno alimentario, correspondiendo el 90 % al sexo femenino. Estas cifras hablan por sí solas de la frecuencia de esta patología.

La pandemia por Covid produjo consecuencias directas e indirectas sobre la salud mental de toda la población. Los trastornos alimentarios no fueron la excepción, registrándose durante su transcurso y luego de la misma un incremento de estos cuadros. El desafío de enfrentar un estrés como lo fue la pandemia puso en juego todas las herramientas psíquicas disponibles del momento como así también la historia individual, familiar y social de cada individuo, determinando la forma de respuesta a la misma. El incremento de los trastornos alimentarios durante y a partir de esta época obedecerían probablemente a esa débil estructura.

Otro factor importante en la aparición de estos cuadros es la existencia o no de una red socio familiar de sostén. El confinamiento obligatorio y la dificultad de acceso a los servicios de salud durante este período probablemente evitaron la consulta a tiempo de estos trastornos, evitando el diagnóstico temprano y favoreciendo la progresión de los síntomas. Por otra parte, el confinamiento provocó el aislamiento social, la dificultad de relación entre pares, mayor tiempo de convivencia con los adultos, falta de privacidad o intimidad y ausencia de la institución escolar como instrumento socializador.

La incertidumbre, la enfermedad de familiares y amigos y el miedo a la muerte han impactado, como era esperable, en la salud mental de la población aumentando su vulnerabilidad. Una de las tantas consecuencias lo constituyeron el incremento de los mencionados trastornos alimentarios, entre ellos la anorexia nerviosa.

Hay datos que siempre deben ser tenidos en cuenta por padres o cuidadores de una adolescente:

  • Excesiva preocupación por el cuerpo.
  • Alimentación desordenada, salteando principales comidas.
  • Inicio de dietas con variación significativa en el peso.
  • Ayunos prolongados sin motivo.
  • Conductas purgativas o vómitos luego de las comidas.
  • Hiperactividad o realización de ejercicio en forma compulsiva
  • Variación de peso que llame la atención.

Sin lugar a dudas, frente al probable trastorno alimentario la consulta médica se impone, especialmente para descartar otras causas de enfermedad que motiven los mencionados síntomas.

Sin embargo, hay datos importantes que la familia o los más allegados a la adolescente pueden aportar para acercar el diagnóstico. Entre ellos, la tendencia al aislamiento social, la irritabilidad o los cambios bruscos del humor, los episodios de angustia o llanto, modificaciones en la conducta habitual y la escasa preocupación por las posibles consecuencias en la salud.

La demora en la aparición de la primera menstruación o la alteración de los ciclos menstruales suelen acompañar a los signos descriptos.

No hay pruebas de laboratorio que puedan diagnosticar el trastorno, salvo confirmar las consecuencias producidas por la desnutrición y las carencias que ella origina en estados avanzados.

El tratamiento de estos cuadros requiere en forma ideal la conformación de un equipo multidisciplinario donde el especialista en salud mental ocupe un lugar preponderante.

El estado nutricional de la niña, el deterioro general del organismo y la salud mental orientan generalmente el tratamiento a efectuar que pueden llevar en muchos casos a la internación, especialmente frente a desnutriciones graves, amenazas o intentos de suicidios, autolesiones u otros riesgos para la vida o integridad física.

Un aspecto no menor es la posibilidad de prevención de estos cuadros.

Las investigaciones señalan que la frecuencia se incrementa en adolescentes con cierta fragilidad de su estructura psíquica, con algún grado de alteración en los vínculos familiares y con un terreno socio cultural predisponente. Frente a estas características hay acciones y actividades que pueden apuntar a la prevención de los trastornos y a la promoción de una vida más saludable:

  • Espacio de juego y esparcimiento.
  • Deportes grupales y actividades al aire libre
  • Promover actividades artísticas y espacios de expresión.
  • Espacio de diálogo estimulando debates relacionados con los ideales de belleza, la imagen y la participación de las redes sociales en su divulgación.

Los trastornos alimentarios junto a las adicciones deben ser temas a conversar con niños y adolescentes en el seno de cada familia y en cada comunidad educativa.

Fuente: Ariovich A. y col. “Desórdenes del comportamiento alimentario”. Programa Nacional de Actualización Pediátrica. Sociedad Argentina de Pediatría. 2023.

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