Los primeros 1000 días

por | 24 diciembre, 2017

microbiota1EL INTESTINO, EL SEGUNDO CEREBRO

¿Qué es la microbiota intestinal?

Enero 2018

En los últimos años se han incrementado la frecuencia de enfermedades crónicas en el adulto que no se contraen por contagio, o sea no se contraen de persona a persona. Entre ellas podríamos mencionar a la obesidad, la hipertensión, la diabetes, asma, enfermedades alérgicas, etc. Diferentes investigaciones realizadas también en los últimos años plantean como hipótesis que existirían factores condicionantes en edades tempranas de la vida para favorecer la aparición de este tipo de enfermedades. En la misma línea de pensamiento, la epigenética ha demostrado que estímulos tanto ambientales como nutricionales pueden alterar la programación genética a pesar de no  modificar la composición de los genes. Estos factores son la causa de las mencionadas enfermedades y que ha dado su origen al planteamiento de estrategias para prevenirlas.

microbiota4Los primeros 1000 días de vida se consideran críticos ya que durante este período el ser humano se pone en contacto con los factores ambientales mencionados posibilitando acciones en salud que tendrán fuerte impacto en edades futuras. Las mismas equivaldrían a programar favorablemente a las personas en el lapso que comprenden la gestación y los dos primeros años de vida. La lactancia exclusiva hasta los 6 meses de edad es una muy buena forma de iniciar esa programación. La leche humana entre todos sus beneficios provee además bacterias que constituyen la primera flora intestinal del niño.

El ser humano constituye un ecosistema, siendo portador de 100 trillones de bacterias con 600,000 genomas bacterianos.

Se denomina microbioma humano al conjunto de los genes presentes en todos los microbios residentes en todo el organismo. El equilibrio entre ellos y el organismo intervendrá en la prevención y/o desarrollo de enfermedades autoinmunes o alérgicas. El microbioma intestinal es entonces el conjunto de bacterias que viven en el intestino del ser humano en una relación de perfecta simbiosis. Toda alteración al mismo puede ser el origen de patologías crónicas no transmisibles.

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Esa relación entre el ser humano y la microbiota intestinal representa un super organismo con un enorme potencial para la prevención y tratamiento de muchas enfermedades.

Un estudio reciente ha presentado un catálogo con 3.300.000 genes procedentes de bacterias intestinales alojadas en nuestro organismo que representarían aproximadamente 20.000 funciones que realizan en nuestro cuerpo. En otras palabras, el ser humano vive gracias a sus genes pero también gracias a los genes no humanos procedentes de los microorganismos  que viven fundamentalmente en el tubo digestivo, desde la boca hasta el intestino grueso.

Por cada una de nuestras células existen normalmente 10 bacterias. Su cantidad representa entre uno a dos kilos de nuestro peso corporal.

En los individuos sanos, la composición de la microbiota intestinal es sumamente diversa, con cepas bacterianas protectoras que superan en número a las potencialmente perjudiciales. La microbiota es diferente en cada persona, en cada segmento del tubo digestivo, en cada edad de la vida y según las condiciones ambientales.

En el caso del recién nacido su intestino es rápidamente colonizado por las bacterias recibidas de la madre en el canal del parto constituyendo su primera flora. En caso de cesáreas las mismas provendrán de gérmenes de la piel materna. En ambos casos se agregarán los microorganismos aportados por la leche del pecho.

Se descubrió la existencia de un sistema nervioso a lo largo del tubo digestivo integrado por más de 200 millones de neuronas que envían señales al cerebro. Esto se ha dado en llamar “el segundo cerebro” dado que desequilibrios en la microbiota se pueden asociar a enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple. Modificaciones en la flora intestinal pueden provocar alteraciones en las respuestas frente a emociones.

El intestino con su microbioma constituye entonces una función de barrera natural, dado que se encuentra en contacto con una infinidad de sustancias y gérmenes provenientes del medio ambiente que llegan formando parte en forma mayoritaria de los alimentos. El sistema inmune del intestino es capaz de discernir entre sustancias “benignas” y agentes potencialmente patógenos. En relación a ello podrá haber una tolerancia al paso de bacterias “comensales” y una fuerte reacción de defensa en forma respectiva. Para el desarrollo de esta habilidad debe haber un proceso de maduración muy importante durante los primeros 1000 días de vida. En dicho fenómeno interviene principalmente la leche de madre, aportando la cantidad y calidad adecuada de hidratos de carbono, proteínas, grasas y defensas contra probables infecciones. Del mismo modo, la madurez se alcanza por el contacto reiterado y adecuado de antígenos provenientes del mundo exterior. En ello es importante el inicio de la alimentación semisólida y las características ambientales en las cuales se desenvuelve el niño, que continuarán modulando la respuesta intestinal. Hay una hipótesis que relaciona la extrema higiene con la aparición de enfermedades alérgicas e inflamatorias motivado por la disminución de contacto con microorganismos o parásitos ambientales.

La conformación de la microbiota o flora intestinal durante los primeros 1000 días de vida es fundamental para la prevención de muchas enfermedades de la infancia y de la edad adulta. Por ello es importante especialmente durante ese período prácticas alimentarias que se inician con la madre durante el embarazo y la lactancia, que continúan con la puesta al pecho en forma precoz y exclusiva durante los primeros 6 meses de vida y la posterior alimentación complementaria adecuada y oportuna.

La microflora intestinal es afectada por los antibióticos que suelen indicarse muchas veces en forma discriminada, motivando la aparición de bacterias resistentes, situación difícil de revertir por mucho tiempo.

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Finalmente podemos concluir que el intestino humano constituye un ecosistema complejo y milenario que es crítico para el desarrollo del sistema inmunológico y para sus funciones metabólicas y nutricionales.

Fuente: Larguía M. “El microbioma intestinal del lactante”. Programa Nacional de Actualización Pediátrica. 2017

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