Hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares

por | 24 febrero, 2022

Las enfermedades cardiovasculares en el adulto

LA HIPERTENSIÓN SE PUEDE “PROGRAMAR” DESDE ANTES DE NACERhiper1

Marzo 2022

Las enfermedades cardiovasculares junto con el cáncer son las causas de mortalidad más importantes en todo el mundo. En el caso de las primeras, la incorporación del estudio de los orígenes de la afección en etapas muy tempranas de la vida va cobrando cada vez más importancia, pudiendo de esta forma anticiparse a la enfermedad y prevenirla en forma más precoz. Si bien tradicionalmente se buscan antecedentes familiares en relación a la hipertensión arterial, ciertos factores ambientales y el entorno materno adverso durante la gestación pueden influir en las características y gravedad de estas afecciones. Habría una “programación” muy temprana para el desarrollo de la hipertensión arterial en la adultez, producida por la exposición tanto materna como paterna a distintos desafíos ambientales que a partir de allí podrían transmitirse de generación en generación.

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Por tal motivo es importante reconocer y detectar las condiciones ambientales adversas en el desarrollo fetal y perinatal, los mecanismos epigenéticos y otras adaptaciones que pueden ser decisivas en una “programación” temprana de la hipertensión arterial para la vida futura.

Desde las etapas previas a la concepción las enfermedades cardioavasculares pueden comenzar  a “programarse” frente a situaciones que requieran una respuesta adaptativa del nuevo ser. Entre ellas las más reconocidas son la mala nutrición fetal y el consecuente bajo peso al nacer.

El bajo peso al nacer, la prematuridad y el retraso del crecimiento fetal suelen ser el resultado de la plasticidad del desarrollo a factores adversos, como lo constituyen la falta de llegada de nutrientes al nuevo ser que se está gestando. Algunas veces el fenómeno se origina por una mala alimentación de la madre y otras veces por una insuficiencia placentaria.

Existen evidencias que el bajo peso al nacer, la prematuridad y el efecto posterior de rápido crecimiento durante los primeros meses de la vida extrauterina se asocian al riesgo de sufrir hipertensión arterial en un futuro. Así lo demuestran los antecedentes de muchos adultos que la sufren y llegan a la consulta.

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Durante el embarazo habría también períodos más sensibles frente a las mencionadas alteraciones. Estos corresponderían al desarrollo de los órganos fetales y durante los primeros meses de vida fuera del útero materno.

Como se dijo anteriormente, también el crecimiento excesivo de los niños con bajo peso al nacer luego del parto , los predisponen a sufrir enfermedades cardiovasculares cuando sean adultos. Esto es especialmente importante en los hijos de madres diabéticas, cuyos pesos de nacimiento suelen ser elevados en comparación con los demás bebés. Del mismo modo, el estado metabólico materno, la obesidad y la ganancia excesiva de peso durante el embarazo constituirían también gatillos para la programación temprana de la hipertensión arterial del futuro adulto.

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Habría además otros factores que predisponen a una mayor prevalencia de hipertensión arterial en adolescentes y personas mayores. Entre ellos está la hipoxia (disminución del oxígeno al nacer), el estrés materno tanto emocional, ambiental o funcional, los cambios bruscos en la bioflora intestinal, la exposición a tóxicos como la nicotina o el humo del tabaco, el consumo de alcohol y la privación del sueño materno.

prematuro1La denominada programación de la futura hipertensión arterial se desencadenaría por la alteración de distintos órganos del feto que están en formaciòn mientras reciben las mencionadas agresiones. Las más significativas corresponden a los riñones que suelen ser más pequeños al nacer y que en relación a ello poseen un inadecuado funcionamiento, especialmente en la regulación del sodio.

La estructura del corazón y el sistema vascular también podrían estar alterados en estos niños predisponiendo futuras afecciones que, como las anteriores, pueden comenzar a transmitirse a la descendencia por fenómenos epigenéticos.

Se puede concluir entonces que la acumulación de factores adversos durante la preconcepción, el crecimiento, el desarrollo intrauterino y durante los primeros años de vida producen cambios que favorecerían la aparición de hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares en la edad adulta y la transmisión de dicha fragilidad a las futuras generaciones.

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Dado que la mayoría de los mencionados factores adversos pueden ser reversibles o por lo menos controlados, todo lo que se haga para favorecer la salud de la madre, el padre y el bebé reducirá en este último la posibilidad del desarrollo de patología cardiovascular y, lo que no es menos, transmitir esa predisposición a los futuros descendientes.

Fuente: Iturzaeta y col. “Programación temprana de la hipertensión arterial”. Archivos Argentinos de Pediatría. 2022

 

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